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No escribiré arte con mayúscula, o los relatos en minúsculas sobre Isidoro Valcárcel Medina

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Isidoro Valcárcel Medina

El arte es siempre una acción personal que puede valer como ejemplo, pero nunca tener un valor ejemplar.

 
Isidoro Valcárcel Medina

Nos hemos acostumbrado a ver películas documentales que conjugan los tradicionales géneros del testimonio y la biografía para acercarnos a los más diversos personajes históricos y a sus contextos sociales. Estos retratos construidos sobre la arquitectura del relato de los otros y/o la narración en primera persona, suelen grabarse en un tempo nostálgico que atraviesa la cronología de la vida del protagonista. Habitualmente, estas operaciones de reconstrucción de una identidad o subjetividad, devienen viajes entre el pasado y el presente que se inscriben en una gramática visual sobre las políticas de la memoria, alternando recuerdo, documento e interpretación en una metodología de la que emerge el objeto de representación. El campo del arte ha incorporado este tipo de construcciones fílmicas de no-ficción como una herramienta, si se quiere pedagógica, en tanto el lenguaje audiovisual posibilita una simultaneidad discursiva entre imagen y palabra, eficaz en el proceso de visibilidad y exégesis del texto artístico. Más allá, la herencia que carga este género respecto a formas consolidadas del proceder historiográfico, implica un trato necesario con persistentes debates en torno a las ideas y definiciones sobre el autor, su vida y su obra. Argumentos que terminan colándose impertinentemente en apuestas visuales que, muchas veces, combinan esteticismo, producción de conocimiento y sacralidad en un retrato que repite la cantaleta del aura del artista y la excepcionalidad del gesto creativo.

Pero olvidemos todo lo escrito en el párrafo anterior, porque el documental No escribiré arte con mayúscula (España, 2015) –cuya premiere se hizo recientemente en la Cineteca de Matadero Madrid con la coordinación de Intermediae, y que durante el mes de noviembre será nuevamente proyectado en varios pases- dirigido por Miguel Álvarez-Fernández y Luis Deltell, se aparta intencionalmente de cualquier género cinematográfico al uso, para intentar reconstruir algunos pasajes significativos de la obra, a saber, la vida misma, de Isidoro Valcárcel. La apertura del filme se realiza con la referencia a la pieza Motores (1973), que situó a Valcárcel Medina como uno de los precursores del arte sonoro en España, cuando propuso una instalación donde el elemento estructural era la grabación del ruido de los motores de dos coches que viajaban desde Madrid a El Escorial. El sonido original de la pieza es acompañado por la imagen de la autopista por la que avanza un auto en el que todos los espectadores nos hemos subido, viajando y escrutando el paisaje a través del enfoque de una cámara subjetiva.…

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