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La máquina y su sombra

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Charlie Chaplin. Modern Times, 1936. Courtesy of the Roy Export Company Establishment and NBC Photographie, Paris.

“Diversos escritores han hablado de la ‘furia sexual de las fábricas’, ritmos obsesivos, soplidos, gritos, jadeos, herramientas afiladas y relucientes, bielas articuladas chorreando sudor: simulacros de amor incansables”.

MARCEL JEAN, HISTOIRE DE LA PEINTURE SURRÉALISTE, 1958.

Maquinismo

La máquina de vapor apareció en 1782 y su primera aplicación importante, el telar, cinco años después, el mismo año que se aprobó la constitución de los Estados Unidos. El ferrocarril en torno a 1838, la bicicleta en 1843, la máquina de escribir en 1874 y el fonógrafo tres años después, el mismo año que el motor de gasolina. La cadena de montaje, una suerte de hiper-máquina en la que el trabajador ha sido a su vez maquinizado, en 1913, coincidiendo con el primer ready made. ¿Y dónde aparecen estos nuevos dispositivos mecánicos en el arte contemporáneo? Pues se muestran frecuentemente en estampas, cuyo modelo privilegiado son las figuras de la Enciclopedia de Diderot, viñetas satíricas de prensa y fotografías, pero en las Bellas Artes no, ya que hay una evidente falta de contacto producto de la profunda desconfianza del arte de tradición romántico-paisajista o naturalista-costumbrista hacia estos artefactos que provienen del mundo experimental del ingeniero y, en última instancia, del método positivista de la ciencia. El advenimiento de la fotografía –un arte producido a través de una máquina– fue otro factor acumulado del desinterés de la pintura por el mundo mecánico; parecía lógico que fuera el nuevo medio mecánico el encargado de documentar las novedades tecnológicas. Este alejamiento entre las Bellas Artes y las máquinas sólo comenzará a superarse con el advenimiento de la vanguardia, uno de cuyos presupuestos base era el predominio de la “vida moderna”. No podía ser de otra forma; la apertura para el encuentro, el esfuerzo de conciliación, debía provenir del arte y de su rebelión contra la tradición, los temas y procedimientos heredados del pasado. En un texto sobre la Exposición de los Independientes de 1880, Jorys-Karl Huysmans pone el dedo en la llaga. Después de constatar que los pintores realistas ya han dado cuenta de los aspectos más variados de la vida contemporánea, hace las preguntas pertinentes: “¿Qué artista representará ahora la imponente grandeza de las hermosas máquinas, entrando en las inmensas fraguas, en los vestíbulos del ferrocarril, que M. Claude Monet ha intentado ya, es verdad, pintar, pero sin lograr destacar de sus inciertas abreviaciones la colosal amplitud de las locomotoras y de las estaciones?;…

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