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“La Libertad guiando al pueblo” de Delacroix y Thomas Struth

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Cristina Lucas. Photo still la Liberté Raisonée, 2009. Courtesy The Artist

Mirando al que mira en la salas del museo de Tokio

Mirar al que mira un cuadro es la forma supina de la mirada, situarse en un intervalo insospechado, un hueco que, pese a las apariencias, habla del tiempo y nunca del espacio. Porque mirar al que mira un cuadro no es sólo una peculiar transacción de pupilas y un modo de desbordar la superficie misma de la obra: es, sobre todo, acumular los relatos que cada espectador va inventando en el acto mismo de la contemplación, las capas de historia que se van superponiendo en el espacio pintado; esas historias particulares que, luego, al cabo de los años, de los siglos, terminan por ser colectivas, las que se van dibujando como parte del transcurso.

Pero luego hay, claro, unos ojos que miran más, que miran cada cosa, alertas, repletos de la capacidad infinita de asombrarse, como si el asombro nunca se terminara de extinguir. Esos ojos no sólo refrendan la esencia del acontecimiento y obligan, así, a ser conscientes de su magnitud. Esos ojos atentos nos tambalean en nuestra posición cómoda de espectadores, y nos regalan la vulnerabilidad de lo inestable, pues, si el papel del espectador tradicional se somete a las reglas del espacio, ese ojo inquieto y privilegiado ha traspasado el espacio y nos coloca frente a un transcurso incierto, que es lo mismo que decir en la existencia. Lo explica elocuente Alpers al reflexionar sobre el hecho de cómo “mirar una obra en un museo y mirar a otras personas mirando una obra en un museo es participar en la historia de la vida de la obra y contribuir a ella”.

Ese ojo privilegiado, el que mira más allá de la mirada, el que es capaz de adivinar la trascendencia de mirar a los que miran, sabe que en el acto mismo de hacerlo accede a toda esas capas de relatos, pues cada cuadro es su relato de partida y todos los que los sucesivos espectadores van escribiendo sobre él.

Eugène Delacroix. Le 28 Juillet 1830: La Liberté guidant le peuple (detalle). Musée de Louvre, Paris © AGENCE PHOTO RMN, PARIS / HERVÉ LEWANDOWSKI

Thomas Struth posee esos ojos –los que miran más– y se pasea por los museos observando a los visitantes que contemplan las grandes obras. O las ignoran. O las desplazan hacia lugares pretéritos en la imaginación. Y capta su curiosidad y su asombro, su desparpajo, su ausencia cuando ante el cuadro deslumbrante piensan en sus cosas.…

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