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Hello Darkness, my old friend

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Oscuridad

Después de retroceder unos pasos para coger carrerilla, Hadj Benhalima corrió hacia el edificio, apoyó su pie izquierdo contra la pared y estiró el brazo todo lo que pudo. En la cima de su salto, apagó un interruptor de luz a más de tres metros del suelo. Sonó un clic y las luces brillantes de una joyería cercana se apagaron al instante. “Oooh”, vitorearon sus amigos, mientras Benhalima, un delgado joven de 21 años vestido todo de negro, aterrizaba de nuevo en la acera. Era el segundo letrero que apagaba en su recorrido nocturno por la exclusiva rive gauche parisina. Muchos más lo seguirían.

Hace más de una década, el Ayuntamiento de París emitió una ordenanza que exigía a los comercios apagar todos los carteles y escaparates lumínicos desde la 1 a. m. hasta las 6 a. m., pero la ordenanza fue ampliamente ignorada sin apenas consecuencias. Como respuesta a ello, en los últimos dos años, grupos de jóvenes atletas que practican parkour, han estado recorriendo las grandes ciudades francesas apagando los letreros de las tiendas por la noche en un intento por combatir la contaminación lumínica y concienciar sobre el ahorro energético. Buscan los pequeños interruptores de emergencia instalados fuera de los aparadores, convirtiendo los elegantes zócalos de la ciudad de la luz en su patio de recreo ideal. Caminando por la avenida, apagaron uno a uno los letreros de casi todas las tiendas de lujo que descubrían a su paso.

«Hacer clic«. Louis Vuitton. «Hacer clic«. Longchamp. «Hacer clic«. Rolex.

Hadj Benhalima apagando la luz de Longchamp cerca de los Campos Elíseos. Créditos de la foto: The New York Time

Es difícil saber si las autoridades parisinas se dieron por aludidas cuando comenzaron a apagar las luces ornamentales que adornan monumentos como la Torre Eiffel antes de lo habitual, lo que si se sabe a ciencia cierta es que, tras la inauguración de la misma en 1889, esta fue descrita como “un pico oscuro simple e inútil en el cielo nocturno de París”, y hasta hubo que contratar al ingeniero Fernand Jacopozzi para iluminarla de manera espectacular en 1925. Con todo, la estructura reluciente, resplandeciente y parpadeante se convierte ahora en un esqueleto de negrura: las luces se apagan antes de lo esperado y la oscuridad acerca algo casi inimaginable: el paisaje nocturno celebrado en innumerables películas y fotografías solo puede disfrutarse en horario infantil.…

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