Nuestro objetivo es apelar a la sana curiosidad de las personas. (Max Neuhaus)
Hace ya casi cinco años, cuando el conservador David Cameron decidió recortar la inversión gubernamental en artes visuales un 30%, The Threadneedle (un premio del sector) realizó una encuesta sobre una muestra de 2.000 personas a fin de saber qué les parecían estos recortes. A casi el 70% les parecían bien. Es más, un 20% opinaba que las artes visuales no debían recibir dinero público alguno. Ese era el sentir.
En la corriente discusión entre lo privado y lo público, ampliado ahora a lo común, estamos tratando de Arte. El Arte como algo metafísico y casi categórico. Unívoco, además. Nadie tiene la menor duda de qué se habla cuando se habla de Arte, por muy poliédrica que pueda ser su apariencia. Arte es aquello que circula por el hoy complejo recorrido de facultades, galerías, centros/museos, colecciones privadas, medios de comunicación especializados y generalistas y un variado enjambre de profesionales que funcionan en o en torno a lo anterior.
El Arte así producido se distribuye de forma necesariamente minorista a clientes individuales que compran esos productos únicos
Si se analiza de manera objetiva, el sistema económico en que se basa el Arte es peculiar y significativo: se trata de un modo de producción manufacturero, en el que un profesional, a veces asistido por un taller, realiza productos con vocación expresa de unicidad. Algo anómalo en esta muy avanzada etapa de la industrialización. Esta peculiaridad ya fue señalada por José Luis Brea en los años 80 recurriendo a la analogía de la confección manual de los colchones de lana: un modo de producción antes común ha ido quedando como un lujo exclusivo para una capa muy delgada de la población. Puede argumentarse que arte y artesanía no son lo mismo. A estos efectos lo son.
El Arte así producido se distribuye de forma necesariamente minorista a clientes individuales que compran esos productos únicos. El mercado secundario de dichos objetos no ha variado sustancialmente desde el Renacimiento. Sus protagonistas más notables siempre han sido las grandes fortunas del momento, por mucho que los actuales inversores financieros u oligarcas de todo pelo no sean Isabella D’Este ni Catalina de Rusia. Concluyendo: desde este punto de vista de su producción, distribución y consumo, el Arte hoy dominante no puede ni trata de ser popular.
Sin embargo, este Arte pretende haberse popularizado mediante su reproducción en otros soportes y su exhibición en Museos/Centros de Arte Contemporáneos.…
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