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No hay nada casual en una obra de arte

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AUTORRETRATO DE ALBERTO GARCIA ALIX
Alberto García‑Alix. Alberto García‑Alix, 1978. Courtesy of the artist and Editorial Cabeza de Chorlito.

Se dice que lo más difícil es empezar. En un texto es ya mítico hablar de ese enfrentamiento con la página (o la pantalla del ordenador) en blanco, vacía. El comienzo, el principio, puede ser brillante, generalmente con una cita ajena, y luego bajar el nivel hasta la nada, el abandono, el aburrimiento, la repetición. También las obras de arte llevan una cita en sus inicios, una cita de otro artista, un gesto, una señal, algo que ha impresionado en su memoria y sensibilidad al nuevo artista. Las influencias, lo aprendido, lo mirado, se nota. Dónde empezar es una duda eterna que nos acompaña a todos los que hacemos algo desde el vacío de una página en blanco, de una pantalla iluminada y vacía, desde un taller, un estudio limpio y ordenado. En el principio no fue el verbo, en el principio fue la duda.

Dónde se origina la primera obra de un artista suele tener mucho que ver con esa misma decisión de querer ser artista, con una obsesión por hacer, decir, crear algo, esbozar una idea, una sensación, un deseo. No siempre esa obsesión o esa idea se puede formalizar en palabras, en un guión, un boceto. Pero siempre subyace en ese deseo de ser y de hacer, un ego desbocado: la necesidad de ser diferente, único, de ser alguien… y de demostrarlo.

En la definición de ópera prima se juntan el genio y la inocencia, la curiosidad y la ambición, casi siempre el fallo y el fracaso, y la incomprensión. Y, no, las primeras obras no son las mejores ni las más originales. Salvo gloriosas excepciones, esas primeras obras se desechan rápidamente, se destruyen o se esconden y se intenta olvidarlas. Pero nunca hay nada casual en una obra de arte.

Cuando se habla de la ópera prima de un autor lo que ofrece es otra cosa; es la primera obra que el autor considera adecuada para darse al público, para mostrarla como algo propio.

Una ópera prima es la primera obra de un autor. Pero realmente eso es algo tan privado y oculto que cuando se habla de la ópera prima de un autor lo que ofrece es otra cosa; es la primera obra que el autor considera adecuada para darse al público, para mostrarla como algo propio. Detrás (y también dentro, ya metabolizado) de esa supuesta primera obra están los intentos, los fallos, los errores, las repeticiones que no llegaron a ser. Insisto en que solo los genios y los ególatras dan por bueno realmente ese primer fragmento de su personalidad. Por eso sorprende que cuando los artistas recuperan esas primeras obras y las muestran en una exposición o en una publicación suelen ser excelentes, anunciaban el valor y la calidad del proyecto artístico del artista en cuestión. Y es que no son las primeras, esas se perdieron en el olvido, en una papelera. Lo que se muestra es la primera obra que reconoce su autor como obra, como algo digno de llevar su firma y de ser ofrecida en el altar del espectáculo del arte.

Recuperar esas óperas primas se está poniendo de moda últimamente, y son muchos los artistas que miran atrás y recogen aquellas series que definieron sus principios. A veces no solo no están nada mal, sino que pueden ser de lo mejor de toda su carrera; en otras ocasiones son lo único bueno. A veces marcan lo que desarrollará con los años y le hará ser reconocido como uno de los mejores, pero otras veces no tiene nada que ver con la obra que le ha hecho ser quien es hoy.

Se dice que lo más difícil es empezar

Al final de cada revista EXIT pueden ver la sección Portfolio, donde se muestran series o fragmentos de series de artistas más jóvenes, nuevos algunos, simplemente desconocidos aún otros. Esas imágenes son en muchas ocasiones óperas primas. Y, créanme si les digo que es un subgénero en sí mismo. Vemos en las óperas primas de muchos artistas hoy reconocidos imágenes que se repiten instintivamente en las de los jóvenes artistas de hoy, en otras óperas primas que retoman temas, miradas, que observan el mundo con la misma ansiedad e inocencia que todos los que fueron nuevos y desconocidos, jóvenes ayer. Así, este EXIT 92 se cierra sobre sí mismo en un círculo casi perfecto: todo él es una serie de portfolios. La sección final se ha comido de alguna manera toda la revista, dando pequeños brincos en el tiempo. Si el lector pudiera olvidar que los nombres de algunos de los presentes son de los más importantes de la fotografía actual, solo vería obras de jóvenes artistas buscando su camino hacia el futuro, un futuro en el que todos viven de diferentes maneras. De alguna manera este EXIT es el más joven de todos hasta ahora, en el que todos los artistas están empezando sus carreras. Así que disfruten, refrésquense con este aroma de juventud y busquen aquellos que van a durarles toda la vida en la retina.