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El jardín como engaño

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Álvaro Deprit. Colonial Garden, 2013. Courtesy of the artist.

“Un rincón escondido, donde la vida del día a día se escabulle gentilmente en un dulce engaño”

HORACIO1Secretum iter, fellentis semita vita vitae”, citado en Stephanie Ross What Garden’s mean

Todos tenemos un jardín en nuestra memoria. Un sueño de infancia que soñamos cuando ya la infancia pasó, cuando ya ese momento de magia y descubrimientos quedó lejos. El jardín está en el origen del hombre, los jardines de hoy son simples recuerdos inconscientes del Paraíso: aquel jardín en el que se vivía libremente y se podía ser feliz. Por esto mismo, en la idea de jardín, se mezcla el bienestar, la tranquilidad y la felicidad, el silencio y la soledad, la libertad y el pecado. La palabra jardín nos trae aroma de flores y el sonido de los grillos y de las chicharras en una tarde de sol, algún murmullo de agua, una fuente o un estanque en el que refrescarnos, pero también nos trae ese calor de la hora de la siesta, ese silencio pegajoso en el que cometimos nuestros primeros pecados. Por todo esto el jardín es simplemente un recuerdo, apenas una ilusión y cada uno tiene su propio jardín en el corazón, en el recuerdo privado. En la memoria más profunda.

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Jack Pierson. Untitled, 1998. Courtesy of Cheim&Read, New York.
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Jack Pierson. Untitled, 1998. Courtesy of Cheim&Read, New York.

Los jardines existen en todo el mundo, en todas las culturas, en todos los tiempos. Los hay de muy variada forma y estilo. Públicos y privados, exuberantes y pretendidamente salvajes, o decorados como ilustraciones de un libro de cuentos, con flores y plantas o con piedras y agua, con animales y con frutas y vegetales. Porque los jardines los construyen los hombres a su imagen y semejanza, o mejor dicho a imagen y semejanza de lo que para cada uno de ellos es la naturaleza. Pero el jardín es la visión domesticada de la naturaleza, es una construcción cultural y cada día más es una égloga a la naturaleza perdida. Yi Fu Tan afirma que “el jardín es una versión humanizada de la naturaleza”, es decir, creada y configurada para nuestro servicio y nuestra comodidad, a nuestra medida, amoldado según nuestros intereses. No es un fragmento de naturaleza que crece libre, sino una naturaleza customizada, creada por el hombre, y no hay nada más alejado de la naturaleza que todo lo que crea el hombre.

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Danielle van Ark. Transience series, 2010-11. Courtesy of the artist.
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Mark Quinn. Garden, 2000. Courtesy of the artist and White Cube, London.
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Mark Quinn. Garden, 2000. Courtesy of the artist and White Cube, London.
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Yael Malka. Untitled (Los Angeles Lawns I), 2017. Courtesy of the artist.

La construcción de los jardines es una rama de la arquitectura, tal vez la más delicada, aunque lo cierto es que la gran mayoría de los jardines los conforma su propietario atendiendo a sus necesidades y posibilidades. Un jardín público es algo por lo habitual de disfrute general, aunque casi siempre su origen está en las propiedades de la nobleza y de las monarquías, por lo tanto es de grandes dimensiones y debe reunir ciertas características pragmáticas: paseos, bancos para descansar, zonas de flores, arbolado, césped para disfrutar los visitantes, conviene que tenga algún rio y fuentes, un lago artificial ayuda. La distribución de los caminos, la colocación de las zonas de arboleda, las diferentes tipologías de flores, alguna pequeña construcción… todo esto hace imprescindible la mano del arquitecto. Pero en los jardines privados, sobre todo en los más normales, se suele empezar por unas flores, unos tiestos, algún árbol frutal… árboles que den sombra, una alberca o una fuente… poco a poco se va ordenando todo, igual que arreglamos la casa y cambiamos de uso las habitaciones. Y así, cada jardín va respondiendo a la edad de sus propietarios, a si hay niños, si las mujeres quieren tener hierbas para la cocina, si se puede contar con un invernadero… las necesidades y el tiempo hacen el resto. El origen del jardín es la huerta, y el refinamiento lo va convirtiendo en un paisaje artificial, a veces en un bibelot impensable. Si el término “pintoresco” viene de las pinturas de Claudio de Lorena, de sus pinturas de paisajes inventados o al menos retocados por su mano e imaginación, que colocaba unas ruinas griegas o romanas en un frondoso recodo del rio de su localidad, construyendo así paisajes no sólo inexistentes sino imposibles; la idea del jardín como algo natural procede de la pérdida del Paraíso como el jardín originario, donde vivían todos los animales en armonía, y todo era natural, asumible y libre. Un sueño tan irreal como los cuadros de de Lorena.

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Cole Don Kelley. Untitled. Courtesy of the artist.

Pero, aunque a algunos les resulte difícil de imaginar, también existen jardines sin flores, sin árboles ni arbustos. Solamente con piedras y agua. Porque lo más libre de un jardín es su tipología. Desde los “jardines de fieras”, que un día se convirtieron en zoológicos, hasta los jardines zen, pasando por una inmensa variedad, todos son o pretenden ser un paréntesis en la agitada vida del hombre, un remanso de paz, un nexo con el ayer, con la naturaleza, con la ensoñación de la memoria. Hemos pedido que algunos artistas, arquitectos, músicos, escritores… nos dieran una frase que, para ellos, resumiera lo que es un jardín. Todos han coincidido en elementos como la paz, tranquilidad, memoria, recuerdos, ensoñación… los fotógrafos, por su parte, hacen de la flor un jardín, olvidándose que una flor es simplemente una flor y que si un grano no hace granero difícilmente una flor hará jardín, y de que ni en el mejor de los sueños un tiesto es un jardín. Como tampoco lo es un árbol. Tal vez haría falta una visión más amplia para reconocer al jardín real, pero lo que aquí vamos a encontrar es realmente la subjetivación total e individual de una idea y no de un lugar.

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Dayanita Singh. Dream Villa, 2010. Courtesy of the artist.
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Nina Röder. James, On being divine series, 2012. Courtesy Nina Röder & Gallery Burster.
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Lori Nix. Food Chain, Insecta Magnifica series, 2002. Courtesy of the artist.

Si la pintura nos ha dejado ejemplos de jardines terribles, donde suceden historias terribles (desde el Jardín de las delicias de El Bosco, a Los jardines de Paolo Ucello o La Historia de Nastaglio delle Onest de Boticcelli), la fotografía parece estar más apegada a esas parcelas decoradas con flores y algún arbolito. No es hasta los impresionistas, y muy especialmente Monet, que el jardín no se representa como lo que todavía hoy queremos que sea: un paraíso privado, un remanso de paz. Claude Monet acabaría sus días diciendo que él era realmente un jardinero antes que un pintor, algo parecido a lo que Joaquín Sorolla experimentaría al final de su vida, recluido en su casa madrileña y pintando una y otra vez su pequeño jardín en el centro de una populosa ciudad, una isla vegetal que perdura hasta nuestros días. La belleza y la cotidianeidad son los dos polos entre los que se mueve la fotografía cuando se trata de jardines. Cierto que un jardín, cualquier jardín, es en sí mismo un micromundo donde un sinfín de organismos vivos sobreviven, se reproducen y mueren, pero eso no parece ser interesante en este caso, aquí el juego se desarrolla entre una imprecisa belleza y por supuesto el recuerdo de una Arcadia que es diferente para cada uno de nosotros y que tiene su origen en nuestra ilusión, que a veces queremos llamar memoria y otras, tal vez, cultura.

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Nina Röder. James, On being divine series, 2012. Courtesy Nina Röder & Gallery Burster.

Igual que la idea cultural de paisaje está desplazando el concepto de naturaleza, el jardín ha dejado de ser un lugar creado por el hombre (desde el patio o la terraza de su casa, hasta los jardines de Versalles o del Retiro) para convertirse en una forma de estar, un sentimiento. Ajeno a su propia realidad, el jardín se define hoy en día más por lo que asociamos a él: nuestra tranquilidad, nuestros recuerdos, nuestra búsqueda de algo que podamos imaginar cómo naturaleza, que por sus características físicas. Siempre fue así, desde el primero de todos los jardines, lo que buscaba el hombre de entonces es lo mismo que lo que buscamos hoy todavía: crear un espacio de paz, cercano a la idea de naturaleza pero delimitado por la definición de paisaje, de refugio, cercano y habitable; sin peligro y lleno de todo lo que consideramos bello, como las flores. Su creación es en sí misma una creación cultural y artística; los fotógrafos simplemente entresacarán, editarán, fragmentarán esas visiones quedándose con lo que más le puede interesar a cada uno, aunque unos pocos aprovecharán para crear sus propios jardines imaginarios en la pequeña superficie de sus negativos.

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    Secretum iter, fellentis semita vita vitae”, citado en Stephanie Ross What Garden’s mean