post_type:dossier
Array ( [0] => 90860 [1] => 90861 [2] => 90862 [3] => 90863 [4] => 90864 [5] => 90865 [6] => 90866 ) 1
size_articulos_ids: 7
Current ID: 90865
Current pos: 5
Articulo anterior: Stéphane Couturier
Articulo siguiente: Ser máquina
prevID: 90864
nextID: 90866
anterior

Peter Fraser

siguiente
Peter Fraser. Untitled, 2002. Material series. Courtesy of the artist.

Deep Blue y Material

Hacia 1993 me di cuenta de que no había sido capaz de olvidar una escena, especialmente memorable, de una de las grandes películas realizadas por Stanley Kubrick; me refiero a 2001: Una Odisea del Espacio. En dicha escena, vemos a HAL, el ordenador principal, leyendo con su ‘ojo/lente’ los labios de dos de los cosmonautas de la nave espacial que traman socavar la cada vez más dominante conducta de HAL para con la tripulación. Se nos hace cree que HAL no sólo es “consciente”, sino que además está quebrantando la primera ley de la robótica: que una máquina no causará daño alguno a un ser humano (desconecta el sistema que mantiene las constantes vitales de varios tripulantes de la nave), porque quiere que la misión original se desarrolle tal y como se previó, sin “interferencia” humana.

Recordé que la primera vez que vi la escena me pareció apasionante y del todo verosímil.

Además, cuando era un muchacho, el ajedrez también me había interesado mucho y yo sabía que el mejor jugador de ajedrez del mundo a finales de los años ochenta y de la siguiente década era Gary Kasparov, que había jugado en 1989 contra un ordenador IBM, denominado Deep Thought, al que había vencido.

Alrededor de 1994 salió a la luz que IBM estaba desarrollando un ordenador –Deep Blue– que sería mucho más potente que el anterior, contra el que Kasparov jugaría posteriormente, venciéndole al principio en 1996 para ser más tarde derrotado por la máquina en 1997. Algunos de los diseñadores de ordenadores de IBM habían estado hablando de que habían reconocido “los primeros indicios de consciencia” en Deep Blue, lo que mentalmente me conectó con la antes mencionada escena de Kubrick.

Decidí dirigirme a docenas de centros científicos de todo el mundo, en los que se estaba llevando a cabo la investigación más avanzada, y tomar “retratos” de las máquinas, en vez de limitarme a sacar “fotografías” de las mismas, ya que podríamos estar presenciando la emergencia de una nueva clase, lo que tendría implicaciones sociológicas. Quizás en el futuro entremos en competencia con las máquinas. Visité la NASA en Houston; el CERN de Ginebra; los laboratorios Boeing y Fermi de Chicago; la sede del Real Observatorio de Greenwich que funciona en Las Palmas de Gran Canaria, y otras muchas instituciones.…

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete