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100 años de surrealismo

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Paul Delvaux, Les noeuds roses, 1937. Cortesía de Bozar de Bruselas

Ya anunciábamos hace unos meses la serie de exposiciones dedicadas al surrealismo que nos esperaban este 2024, año en que se celebra el centenario de la publicación del primer manifiesto surrealista, texto fundacional escrito por André Breton en 1924 que definía los principios y objetivos de este movimiento artístico y literario. Influenciado en gran parte por las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud, que enfatizaban la importancia del inconsciente en la actividad humana, Breton definió el surrealismo como un “automatismo psíquico puro” mediante el cual se intentaba expresar, ya fuera verbalmente, por escrito o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento. La celebración del centenario del manifiesto es un motivo para revisitar y reevaluar el surrealismo en sí mismo, pero también para estimar el impacto y la relevancia de este en el arte contemporáneo y en la cultura popular. Este centenario también ofrece una oportunidad para reflexionar sobre cómo el surrealismo ha influido en diversas áreas como el cine, la fotografía, la moda y la literatura, y cómo sus ideas continúan inspirando a artistas y escritores para desafiar la percepción de la realidad y explorar las profundidades de la psique humana.

De la teoría a la práctica

Si pocos pueden presumir de haber leído el texto original (sugerente e intenso, como la mayoría de los encendidos manifiestos de las vanguardias de principios del siglo XX), muchos pueden reconocer los paisajes oníricos, las escenas misteriosas de alto carácter sexual o los ensamblajes de objetos en apariencia absurdos pero reflejo de un subconsciente latente, que podemos encontrar en la obra pictórica de los artistas vinculados al surrealismo. René Magritte, Joan Miró, Remedios Varo, Leonora Carrington… Si Breton fue el fundador teórico, el artista que dio forma y tradujo visualmente las ideas del movimiento, para comprensión del público general y adoración de las masas, fue Salvador Dalí. El 120º cumpleaños del nacimiento del pintor catalán (Figueres, 1904-1989) se suma al conjunto de aniversarios a celebrar este año.

Ojalá la celebración Dalí sirva, como fue la de Picasso, para revisar desde el presente una figura no menos problemática que aquella

Nuestro colaborador Fernando Castro relataba la semana pasada varias anécdotas que le habían llevado a su admiración tanto por el personaje como por su obra teórica, sin dejar de reconocer cierto desagrado por sus pinturas de corte “manierista” y “pompier”. Más allá de los relojes blandos o de los retratos de Gala, la considerada última gran obra del catalán, su “mayor obra surrealista”, es el Teatro-Museo Dalí, pues no solo diseñó personalmente el espacio, supervisando él mismo todos los detalles, sino que constituye su propio mausoleo: el artista está enterrado en una cripta, en el centro de la institución. El museo, que es gestionado por la Fundació Gala-Salvador Dalí, fue inaugurado en 1974 en Figueres, y se levantó sobre los restos del antiguo Teatro Municipal para honrar el carácter teatral y proto-performativo del propio artista.

Este museo no solo expone un extenso conjunto de obras de Dalí, abarcando desde sus inicios artísticos hasta sus últimos años (desde el surrealismo hasta la mística nuclear y el interés por la ciencia), sino que también incluye joyas, fotografías, esculturas o instalaciones, ofreciendo una experiencia completa del surrealismo daliniano. Entre los títulos más conocidos se encuentran El espectro del sex-appeal (1932), La cesta de pan (1945), Galatea de las esferas (1952) o Dalí de espaldas pintando a Gala de espaldas eternizada por seis córneas virtuales provisionalmente reflejadas en seis verdaderos espejos (1972-1972). Algunos otros hitos del museo son la Sala Mae West Sala Palacio del Viento o el Cadillac lluvioso.

El museo, que se encuentra cerca de otros dos espacios museísticos del Triángulo Daliniano gestionados por la Fundación (la Casa-Museo Salvador Dalí, en Portlligat, y el Castillo Gala Dalí, en Púbol), se divide en varias secciones: el Teatro-Museo original, que integra cada espacio como parte de una obra de arte total; una serie de salas de ampliaciones posteriores, donde se muestran más obras del legado de Dalí; y el espacio Dalí·Joyas, que contiene joyas diseñadas por el artista. Además, obras de otros artistas seleccionados por Dalí, pertenecientes a su colección privada, también se exhiben aquí, como El Greco, Modest Urgell, Ernest Meissonier o Marcel Duchamp. Desde su apertura, el museo ha servido no solo como un lugar para admirar el arte de Dalí, sino también como un símbolo icónico de Figueres, destacando su estructura reticular en forma de cúpula geodésica. El museo ha celebrado el aniversario con una exposición, que finalizó el pasado 30 de abril, donde se recreaba el proceso de ejecución del famoso Cristo, pintado en 1951, y que ha sido cedido por la Galería de Arte y Museo Kelvingrove de Glasgow. Ojalá la celebración Dalí sirva, como fue la de Picasso, para revisar desde el presente una figura no menos problemática que aquella.

Exposiciones-homenaje

Dejando a Dalí a un lado y acercándonos a otros artistas que también cultivaron el surrealismo, nos encontramos con otras tantas exposiciones-homenaje. Siguiendo en territorio nacional, en la Fundación Canal dedicaron hace unas semanas una exposición al maquinismo que desarrollaron varios artistas vinculados al surrealismo: Duchamp, Man Ray, Picabia y Stieglitz. Organizada en cuatro secciones (El nuevo mundo y la “fotografía pura”; Del desnudo artístico al cuerpo como máquina; De la abstracción a la máquina; y Eros y máquina), reflejaba la sociedad tecnificada de aquellas primeras décadas del XX y la fascinación que sintieron aquellos artistas por la máquina.

Man Ray, A la hora del observatorio / Los amantes, 1934 / 1967. Colección Marion Meyer. Association Man Ray, París. © Man Ray 2015 Trust / VEGAP, 2024. Fotografía de obra: © Marc Domage, Cortesía de Association Internationale Man Ray París

Pero es en Francia y en Bélgica donde se desarrolló, más que en ningún otro lugar, el surrealismo, y donde tendrán lugar las exposiciones más importantes. En primer lugar, la que es la muestra “oficial” del aniversario, la que tendrá lugar en el Centre Pompidou de París a partir de septiembre, Le Surréalisme, d´abord et toujours. L’exposition du centenaire. La muestra se llevará a cabo en un entorno diseñado como un laberinto y pondrá el foco en un espacio central que albergará el manuscrito original del manifiesto, todo ello complementado con una proyección multimedia que ilustrará su origen y significado. Entre las obras destacadas se encontrarán El gran masturbador de Dalí, Les Valeurs personnelles de René Magritte, Le Cerveau de l’enfant y el Chant d’amour de Giorgio de Chirico, La Grande Forêt de Max Ernst o Perro ladrando a la luna de Miró.

Se dará una atención especial a las contribuciones de artistas femeninas del surrealismo, como Leonora Carrington y Dorothea Tanning

Por su parte, en Bélgica conmemoran el centenario por partida doble. Mientras que el Bozar de Bruselas presenta Histoire de ne pas rire, los Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique (MRBAB) proponen Imagine! 100 ans de surréalisme international. Esta última exposición destaca la influencia del surrealismo más allá de las fronteras de Francia, abarcando aportes de artistas de toda Europa y más allá. Además de las figuras ya citadas de Max Ernst, Salvador Dalí, Giorgio de Chirico y Joan Miró, se dará una atención especial a las contribuciones de artistas femeninas del surrealismo, como Leonora Carrington y Dorothea Tanning, cuyas obras demuestran la rica diversidad de perspectivas dentro del movimiento. Uno de los enfoques de la muestra es explorar las conexiones y las transiciones entre el surrealismo y movimientos anteriores como el simbolismo, evidenciando cómo artistas como Félicien Rops y Jean Delville pavimentaron el camino para la exploración surrealista del sueño, el subconsciente y lo irracional.

Max Ernst, Forêt sombre avec Oiseau, 1927. Cortesía de Bozar de Bruselas

Todas las facetas del surrealismo

La fusión de arte y vida es una de las máximas defendidas por casi todos los movimientos de vanguardia. El surrealismo no se quedó fuera: influyó en diversas formas de arte y disciplinas, desde la literatura en la que pueden encontrarse sus propios orígenes hasta el cine, la fotografía o la moda, manteniendo además su relevancia en el discurso artístico contemporáneo. Cada uno de estos campos ha absorbido y reinterpretado los principios surrealistas de maneras únicas.

Para comenzar por el principio, en la literatura, el surrealismo promovió la escritura automática como un medio para acceder al subconsciente. Escritores como André Breton, Paul Éluard y Louis Aragon experimentaron con esta técnica para crear poesía y prosa que desafiaban las estructuras narrativas y lógicas tradicionales. El surrealismo literario se caracteriza por su flujo libre de pensamientos y la yuxtaposición de imágenes inusuales, buscando sorprender y liberar la mente del lector de las restricciones del pensamiento racional.

Por su parte, el cine surrealista se caracteriza por una ruptura con la narrativa convencional, la lógica y el uso de imágenes oníricas e ilógicas que buscan provocar y explorar el inconsciente. Directores como Luis Buñuel o el citadísimo Dalí fueron pioneros del cine surrealista con películas como Un perro andaluz (1929) y L’âge d’or (1930), que presentan secuencias de sueños y escenas que desafían las convenciones sociales y la lógica racional. El surrealismo en el cine también ha influido en directores contemporáneos como David Lynch y Terry Gilliam, quienes han incorporado elementos de lo absurdo, lo irracional y lo onírico en sus trabajos.

Luis Buñuel, fotograma de Un perro andaluz, 1929

La fotografía surrealista explora temas similares a los del cine, utilizando técnicas como la superposición, el collage y la solarización para alterar la realidad visual de manera sorprendente y desconcertante. Fotógrafos como Man Ray, Dora Maar y Lee Miller utilizaron la fotografía para explorar ideas surrealistas, transformando objetos cotidianos en algo extraño y desconocido, y capturando imágenes que parecen pertenecer más al reino de los sueños que al de la realidad.

Elsa Schiaparelli, bolsita de Negligee, parte del ajuar de Nancy Sutherland, 1937

El surrealismo también ha tenido un impacto significativo en la moda, donde los diseñadores han adoptado sus temas de irracionalidad y transformación para desafiar las percepciones convencionales de la belleza y la función. Elsa Schiaparelli, en colaboración con Dalí, creó piezas icónicas como el Vestido langosta y el Sombrero zapato. Más recientemente, diseñadores como Alexander McQueen y John Galliano para Dior han incorporado referencias surrealistas en sus colecciones, utilizando elementos inesperados y creaciones dramáticas que evocan el espíritu del movimiento.

Exposiciones recomendadas

Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique (MRBAB) (Bruselas), Imagine! 100 ans de surréalisme international. Más tarde, en el Centre Pompidou de París, la Hamburger Kunsthalle de Alemania, la Fundación Canal de Madrid y el Philadelphia Museum of Art.

Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique (MRBAB) (Bruselas), Magritte-Folon

Centre Pompidou (París), Le Surréalisme, d´abord et toujours. L’exposition du centenaire

Bozar (Bruselas), Histoire de ne pas rire

Musée cantonal de Beaux-Arts de Lausana (Suiza), Surréalisme. Le Grand Jeu

Centre Pompidou-Metz (Metz, Francia), Lacan, l´exposition. Quand l´art rencontre la psychanalyse

Victoria Art Gallery de Bath (Reino Unido), When Dreams Confront Reality: Surrealism in Britain

The Hepworth Wakefield (Wakefield, Reino Unido), Forbidden Territories: 100 Years of Surreal Landscapes

Kunstbibliothek – Staatliche Museen zu Berlin y Würth Collection (Berlín), FOTOGAGA. Max Ernst und die Fotografie. Die Sammlung Würth zu Gast

Fundación Canal (Madrid), Surrealismos. La era de la máquina

Teatro-Museo Dalí (Figueres), Dalí. El Cristo de Portlligat