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Un “restaurante de artista” con Antoni Miralda

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Restaurante El Internacional
Foto: Peter Aaron/Otto

Con motivo de la exposición que el Jeu de Paume de París ha dedicado este verano a Gordon Matta-Clark –quien creó en Nueva York un restaurante, FOOD, considerado uno de los episodios más importantes del eat art–, la institución parisina invitó al artista catalán Antoni Miralda (Terrassa, 1942), recientemente galardonado con el Premio Velázquez de Artes Plásticas, para revivir su propia experiencia, el restaurante y bar de tapas El Internacional, que fundó, también en Nueva York, en 1984. Nos reunimos con él para que nos cuente su trayectoria artística en torno a la comida y discutir sobre el sentido y el potencial de llevar a cabo sus proyectos dentro de la institución. El propio Miralda admite la contradicción: “A ver de qué manera puedes expresar una obra que es pura energía, pura vivencia, en un espacio cerrado”.

Beatriz Sánchez Santidrián: La creación de El Internacional en los años 80, como la del restaurante FOOD de Gordon Matta-Clark diez años antes, dice mucho del grado de normalización y “banalización”, si quieres, del mundo del arte y de la figura del artista. Es como decir “Los artistas también comemos, como vosotros, así que ¿por qué no vamos a poder abrir un restaurante?”. Es un paso más en el proceso de desacralización y democratización del arte que ya habían anunciado teóricos de la postmodernidad como Roland Barthes o Umberto Eco, una continuación de teorías como las de la muerte del autor y de la obra abierta. ¿Te reconoces en estas ideas?

Antoni Miralda: Sí, son ideas que me han interesado desde el principio, cuando estuve trabajando en contextos nuevos, y sobre todo cuando llegué a los Estados Unidos. Luego, coincido perfectamente con lo que estás diciendo. El restaurante, por descontado, es una obra colectiva, realizada con Montse Guillén, y conceptualizada con todos los ingredientes que fueron apareciendo con esa idea de “atacar” al público de manera que pudiera compartir (con “atacar” quiero decir “dar de comer”).

A ver, esa imagen del artista, del gran artista, y de la inspiración y todo este cuento alrededor del mundo y de la estructura comercial, a mí siempre me ha molestado mucho, y he intentado acercarme a la materia prima que es para mí la persona que va a, sino a degustar, a vivir, a participar; o, en todo caso, a continuar la obra a través de la memoria. Y ese fue mi trabajo ya al principio de los años setenta.…

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