En el mes de marzo de 1913 Umberto Boccioni (1882-1916) se trasladaba a un apartamento situado en el número 35 de Bastione di Porta Romana, en la ciudad de Milán. El éxito debido a la gira europea de la exposición de pintura futurista –París, Londres, Berlín, Bruselas…–, además de las muestras individuales en París y Roma, la recepción de sus artículos y manifiestos, así como su propósito de extender los principios estéticoconstructivos del futurismo a la escultura pudieron ser algunos de los motivos que le llevaron a buscar un lugar más amplio. La descripción del apartamento y el pronóstico favorable de trabajo que preveía y así trasladó al amigo Vico Baer en una carta fechada el 19 de febrero anunciaban, al menos, dos hechos que se resolvieron en las habitaciones de dicho apartamento, como escenario idóneo y único donde sólo podían tener lugar, hasta la muerte del artista, acaecida en agosto de 1916 y cuyo centenario se celebra este año. En primer lugar, el entusiasta anuncio de que allí se abría una etapa de trabajo titánico e inagotable. Para alguien familiarizado con las cartas y diarios de Boccioni, este tipo de previsión constituye un lugar común de frustración continua entre la necesidad de trabajar y la imposibilidad anímica y emocional de llevarlo a cabo, presentándosele siempre un dilema y ejemplificando, hasta el límite –y el paroxismo– la apenas distancia que en su caso existe entre el artista romántico y el vanguardista futurista. En segundo lugar, porque la casa-estudio será el ámbito, a partir de las fotografías tomadas por el propio artista, donde se materialice, visualice y escenifique la consecución del principio de dinamismo plástico que atraviesa todo su discurso teórico futurista y que en particular desarrolló en su Manifiesto técnico de la escultura futurista (Milán, 11 de abril de 1912) y retomó en Pintura escultura futurista (Dinamismo plástico), redactado a lo largo de 1913 y publicado al año siguiente.
Sabemos cómo era la nueva vivienda: “Se trata de una casa perfecta, que ocupa toda la primera planta. Es un estudio-apartamento donde la puerta de entrada lleva directamente al taller, una gran estancia de más de cincuenta metros cuyas ventanas dan a la calle; es lo suficientemente grande para poder pintar un cuadro del tamaño de Materia (1912) y a la vez trabajar en una gran escultura (yeso).…
Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO
Suscríbete