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Semiótica del uniforme

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vestido

Camille Vivier. Young Workers in Their Uniforms, 2001.

La historia del vestido está ligada a la del uniforme militar. Varios accesorios y prendas de uso común deben su nombre, su hechura y su misma existencia a modelos y arquetipos presentes en los atuendos distintivos de tropas y oficiales, así como a trajes de héroes armados a menudo legendarios. Basta con pensar en la palabra “corbata”, proveniente del término italiano cravatta, cuya etimología deriva de los soldados mercenarios croatas del ejército de Luis XIV, que llevaban al cuello una pieza de tela, o bien en la introducción en el ámbito de la moda del siglo XX de prendas como el trench coat, sobretodo que los ingleses utilizaron en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, o en el cárdigan, cuyo origen se remonta a la Guerra de Crimea, donde fue usado por las tropas de caballería al mando del séptimo conde de Cardigan, o en la bomber jacket, la cazadora que vestían los pilotos de los bombarderos de la Fuerza Aérea británica, o en el montgomery, chaquetón que lleva el nombre de un famoso general. Incluso la típica chaqueta masculina posterior a la Revolución Francesa desciende directamente del traje militar. Son todos ejemplos rigurosamente derivados de cuerpos militares masculinos, entre los que destaca como emblema la chaqueta, anhelado trofeo de igualdad sexual del movimiento de emancipación de la mujer de principios del siglo XX. La moda informal unisex nacida en la década de 1970 introdujo el verde militar y la tela de camuflaje como soluciones adecuadas para hombres y mujeres, aunque siguieran un modelo masculino que se erigía en neutro-universal del cuerpo cubierto.

El vestido contemporáneo y la historia de los atuendos militares están unidos por parasitismos implícitos o explícitos. Esta alianza, que no es más que una de las posibles traducciones de la relación multifacética entre moda y guerra, ha dado lugar a infinidad de análisis, semantizaciones y mitos. Se trata de una relación basada en signos recurrentes, entre los que se pueden incluir las banderas, los estandartes, los eslóganes, las decoraciones, los símbolos, que gozan de una segunda vida en las prendas de diario después de haber adornado atuendos distintivos o proclamado su inutilidad como el símbolo de la paz impreso en camisetas y mochilas. Incluso los accesorios transformados en habituales, como las botas militares, o transfigurados en un toque de estilo con cierto aire antiguo, como la boina, desempeñan un papel protagonista en esta selección recurrente que las modas hacen en los armarios de los guerreros, lo cual no revela necesariamente una vocación belicosa programática, al contrario, a veces puede servir para modificar de forma lúdica la estética mortífera de las armas.

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