Edición Impresa + digital
Idioma Español / Inglés
Fecha: Agosto 2007
Páginas: 181
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1
Uniformes
Uniforms
EXIT #27 Uniformes analiza la representación de los uniformes civiles y militares en la fotografía, el cine y el vídeo desde las vanguardias hasta la actualidad.
En la editorial ¿Le gustan los uniformes?, se reflexiona sobre cómo paradójicamente el uniforme crea identidades y al mismo tiempo las cuestiona. Patrizia Calefato escribe en el ensayo principal sobre el significado de estas prendas y el modo en el que han sido utilizadas a lo largo de la historia. Maria Luisa Frisa trata el contraste entre desnudez y vestimenta y el modo en el que el uniforme ha sido utilizado para simbolizar autoridad y dominación. Jennifer Park analiza el fenómeno del fetichismo de los uniformes y recorre algunos de sus iconos fundamentales. Stefan Haas reflexiona sobre cómo ha evolucionado la ropa de trabajo, de ser una indumentaria para marcar jerarquías entre los funcionarios a ser considerada la propia de algunos sectores profesionales. Cierra el número el texto de Francisco Javier San Martín que traza un breve recorrido del uso que han dado al uniforme los artistas.
Cada uno de estos artículos va acompañado de más de treinta ilustraciones que crean secuencias que abarcan los cuatro asuntos principales del número: el uniforme militar, que incluye fotografías que van desde las ceremonias militares propagandísticas de Corea del Norte a retratos de los oficiales americanos destinados en Guantánamo, pasando por los regímenes soviético y nazi; el uniforme como fetiche, con representaciones de criadas, marineros, enfermeras y colegialas; el uniforme civil, con imágenes de obreros, prisioneros, abogados, deportistas, manifestantes, y clérigos; y, para finalizar, retratos de artistas uniformados.
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Editorial
¿Le gustan los uniformes?
Rosa Olivares
En las páginas siguientes podrá conocer prácticamente todo lo que desde una perspectiva histórica, artística y sobre todo sociológica, se puede saber sobre el uniforme. Su origen, sus transformaciones, las razones para su creación y la evolución que ha tenido a lo largo de una historia sorprendentemente corta, o al menos no tan larga como cabría suponer. Esa evolución que le ha llevado de ser una forma de distinguir a la clase social burguesa a uniformar a masas de personas enfrentadas a otras masas de personas de las que sólo se diferencian en las ropas que visten, conformando así al sinónimo de uniforme: soldado. Sí, uniformados para diferenciarse en la batalla, para saber a quién matar. Como los equipos de fútbol, de rugby o de baloncesto para saber en qué portería, en qué canasta, meter la bola (o la bala), solamente que no se jugaban la clasificación en un torneo sino la vida. El uniforme ha significado el orden y ha llegado a ser símbolo del desorden. Odiado y admirado, elemento definitorio de virilidad se ha convertido en símbolo homosexual por antonomasia: el vaquero, el policía, el bombero, el marine, el indio… sí, ya sé que no todo son uniformes en el sentido estricto de la palabra, pero realmente uniforme es todo aquello que nos uniformiza, nos iguala entre nosotros para diferenciarnos de ellos, de los otros. Distinguíamos a los vaqueros de los indios porque unos iban vestidos con camisas de cuadros y chalecos, pañuelo al cuello y sombreros Stetson y los otros desnudos, con taparrabos y plumas en la cabeza, y la cara pintarrajeada. Y así sabíamos cuáles eran los buenos y cuáles los malos, con quiénes debíamos aliarnos psicológicamente. Como en un partido de fútbol: sufrir por los colores (y cuando un equipo cambia su uniforme, la hinchada lo refleja en su empuje), dar la vida por el uniforme, servir con dignidad, ser fiel a aquello que se representa.