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Paraísos fingidos: el sex appeal del artificio

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Detalle de: Semâ Bekirovic. Water in Water, 2004. Courtesy of the artist

I. Desde sus primeros compases, la naturaleza, el paisaje, el topos de lo salvaje, ha sido uno de los puntos de atención de la fotografía. Es decir, lo de afuera, aquello que sirve de articulación y argamasa de la existencia del individuo. De ahí que ese territorio verdadero que nos da marco, coordenada y situación se convierte en motivo de reflexión visual desde las madrugadoras impresiones primitivas de los años veinte del siglo XIX. Entre esos rastros inaugurales de la imagen fija está la instantánea del químico y litógrafo Joseph Nicéphore Niépce llamada Punto de vista desde la ventana de Gras (1826). En ella se capta la escena de una calle atrapada en una plancha de peltre untada en betún de Judea y expuesta ocho horas a la luz. El resultado es la primera instantánea de lo que podríamos denominar la naciente tradición paisajística de la fotografía. Fue una de las muestras del afán contemporáneo por fijar y documentar lo que el hombre veía, esa lejanía verdadera que asume en sí misma un temblor irreal, una inesperada poética de lo lejano. Irrumpía una nueva forma de contemplación, de captación, de asimilación de lo documental. La Naturaleza asume entonces una astucia de grado distinto, establece las señas de percepción de un tiempo hasta ese momento inédito, incluso una nueva conducta que venía del simulacro de la fijación de la imagen, adquiriendo una potencial veracidad que requería de renovadas fórmulas de interpretación. Es la conquista paradójica de la realidad a través del espacio abierto de lo natural. La inmensidad evidente del paisaje adquiere a partir de entonces el carácter de una alfarería que es posible quizá domesticar; y lo ilimitado del bosque, de las montañas, del mar, asume una desconocida voluntad de detalle, una posibilidad de intervención que no le resta elocuencia ni desposee a la Naturaleza de sentido. Todo eso llameaba en el pensamiento fotográfico primigenio.

Es la irrupción de esta herramienta (la fotografía) la que establece un nuevo curso de acontecimientos en la tradición visual. Una ruptura. Por un lado, hay un sentido pericial en la forma de enfrentarse con la cámara al espacio; por otro, una perplejidad que ensancha la experiencia receptiva. Aparece un sentido de digresión desconocido ante el resultado de esa estampa nacida de lo que el individuo ve.…

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