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Entrevista a Mari Carmen Ramírez

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Doris Salcedo. Plegaria muda, 2008–2010. MAXXI Museo nazionale delle arti del XXI, Roma, Italia. Foto: Patrizia Tocci. Cortesía de la artista

“Los de abajo carecen de poder y más en el campo del arte”

JOSÉ: ¿Por qué no existe en el “imaginario latinoamericano” un espacio legítimo para la producción cultural de la diáspora, a pesar de que algunos de los más emblemáticos productos artísticos —pienso en la salsa o en los murales callejeros— tienen un origen o pasan por una inflexión importante de la comunidad diaspórica de la región, especialmente aquella instalada en los Estados Unidos? ¿A qué crees que se deba (en nuestros países) el ser tan renuente a incorporar, dentro de la cultura nacional, la experiencia migrante a pesar de que la mayoría de estos países han tenido casi el 10% de su población fuera casi de manera permanente durante las últimas tres décadas?

MARI CARMEN: Trátase de un tema sumamente complejo. Difícil de abordar en tan corto espacio ni siquiera pretender que mis respuestas lo abarquen. No obstante, habrá varios puntos a considerar.

Por un lado, reconocer que, en lo que atañe a la cultura y al arte, el problema de la diáspora no es solo de países latinoamericanos sino del país que acogió a estos grupos: Estados Unidos. Ahí, los artistas están llamados a dar la batalla que asegure la pervivencia de su cultura. En la medida en que éstos se han radicado (semi)permanentemente en Estados Unidos, la dinámica donde prevalezcan la representación, el reconocimiento y la legitimación se da, obligatoriamente, en el contexto anglo. Habría que señalar aquí una paradoja: este es un enclave multicultural aunque dominado por la hegemonía blanca (WASP), sin olvidar el legado incompleto de los Derechos Civiles que sigue operando como estigma en el inconsciente colectivo. Esta situación no se refleja o repercute igual en sociedades como las latinoamericanas que han pretendido estructurarse a través de la ideología del mestizaje. No es que en América Latina se desconozca la realidad de nuestra diáspora, simplemente se trata de una problemática percibida como algo distante. Los pocos artistas “latinos” que han expuesto en América Latina fueron invitados de modo específico por el interés artístico que despierta su obra, independientemente de su origen o afiliación étnica.

Doris Salcedo. La Casa Viuda IV (detalle), 1994. Foto: Patrizia Tocci. Cortesía de la artista

Los países latinoamericanos son países con esferas culturales demasiado estratificadas y jerárquicas, donde realmente no hay cupo para “lo marginal” que representa la diáspora

Por otro lado, respecto a América Latina, deben tomarse en cuenta (para todas las discusiones) los problemas de clase y poder, además de todas las diversidades del racismo imperante, las cuales estructuran esferas artísticas y públicas dominadas por gobiernos anhelantes de proyectar al exterior una imagen de “prestigio y originalidad”.…

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