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Entrevista con Regina Velilla

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Segunda entrega: La mujer sin dolor

Resumen de lo publicado: la directora de cine Regina Velilla (Granada, 1945) repasa su trayectoria familiar y profesional, sus principios como autora de cortometrajes de terror, su consagración como realizadora de publicidad, y su viaje a Londres en 1972 para rodar su primera película, basada en la novela La princesa Casamassima.

¿Qué se veía? Una cárcel en Londres, las paredes, todo muy uscuro, muy monótono, sin puertas. Un niño y una mujer muy arregiados siguen por un pasillo a otra mujer que lleva un manojo de llaves. Salen a un patio de piedra, lo cruzan y llegan a otro patio de piedra, y en los dos patios hay unas chaturas que andan en circulo, informes bajo ropas pardas, la cabeza humillada por una caperuza amarilienta. Más que cuerpos parecen esas sombras que se desfiguran en la pared. También la luz del día es fea. La mujer leva al niño de la mano, tira de él, pegados los dos por escaleras oscuras a la celadora que los guía y dice frases imperativas, reprobatorias, monosilábicas, a figuras que en un hueco o en un rincón se yerguen como espectros ante la voz.

¿La cárcel estaba abandonada cuando usted fue? Yo iba en la feria de Granada al Infierno. Te montabas en un vagón, entrabas en un túnel a oscuras, y en los rincones se iluminaban y levantaban unos autómatas que daban risa. Pero las mujeres de aquella cárcel me daban angustia. Se cruzaban dos corredores y había una corriente de aire: se movia el pelo del niño y de la mujer. Sentían un escalofrio, se adentraban en otra escalera. Bajaban por una torre circular de celdas, y la mujer veía a través de agujeros con rejas mujeres como adormiladas o idiotizadas, y había mujeres que se pegaban a la pared y casi desaparecian al paso de la guardiana y los visitantes. No podías saber qué hora era. El niño no quiere dar otro paso. Ahoja su acompañante lo empuja. Y entonces entran en una sala estrecha y el niño arruga la cara, porque no le gusta el olor, o la luz, que no alumbra. Algo le duele o le da miedo, y la sala lleva a otra habitación todavía más estrecha, una cripta en la que caben tres camas, y en la tercera cama hay un cuerpo. La mujer empuja al niño para que se acerque a la moribunda, Florentine, la madre del niño.…

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