Entrega final: La batalla de Siracusa
Resumen de lo publicado: La cineasta Regina Velilla (Granada, 1945), autora de películas como Los nuevos amigos, La mujer sin dolor, o Un solo cuerpo, cuenta sus éxitos iniciales en el mundo de la publicidad, su dolorosa experiencia como directora de cine comercial (La princesa Casamassima, 1972, inacabada y perdida), y el final de la vida en común con sus padres, “Una pareja de criaturas que parecen independientes, pero que en realidad son un único ser, dos miembros de un solo cuerpo que parece dos”.
Lo que me ha contado, Regina, se parece a lo que se veía en una de sus primeras películas. ¿En cuál?
En Los nuevos amigos. Estoy pensando en el armario que se tragaba al hombre, y en la ropa que lo abrazaba y se le metía en la boca y lo ahogaba y le tapaba los ojos. Me acuerdo de cómo pateaban al hombre los zapatos. Me acuerdo del guante que cerraba el armario desde dentro. ¿Me está usted diciendo que mi casa, mi padre y mi madre eran ese armario y esa ropa?
Sólo he dicho que su historia me ha recordado Los nuevos amigos. Bueno, todavía no le he contado el final, o el principio, no sé.
Me dijo usted que tuvo unos padres maravillosos, ordenados, felices. Su padre le regaló las primeras cámaras… Me las dio y me las quitó. Me ayudó a hacer mis primeras películas y destruyó mis primeras películas. Me dejó ciega.
No entiendo lo que me quiere decir. Es fácil. Estaba enferma cuando me fui de Londres y del rodaje de La princesa Casamassima, y mi padre, médico, neurólogo, que no entendía lo que me pasaba, creyó que a lo mejor adivinaba algo volviendo a ver mis primeras películas. Las vio y las destruyó.
¿Por qué? Porque pensó que así iba a rescatarme, a devolverme a su mundo, que, ya se lo he dicho, era feliz. Cuando una cámara mira los lugares familiares los convierte en extraños. A través del visor la cosas se ven más lejos, a distancia, ¿no? Creo que mi padre pensó que yo, mirando a través de mis cámaras, me había alejado demasiado. Quiso acercarme.
¿Acercarla? Yo era una extranjera, mirando por la cámara, fuera de su mundo y del mundo de mi madre.
Pero, por lo que me ha contado, sus primeras películas retrataban su casa, los gestos, las manos de su padres, incluso el humo de su tabaco.…
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