Fotografío lo que no quiero pintar y pinto lo que no puedo fotografiar.
Man Ray
En 1915, Emmanuel Radnitsky, Man Ray, y Marcel Duchamp inician su larga amistad en Nueva York. Ambos comparten la necesidad de explorar formas de arte alternativas a la pintura, género “retiniano” cuya valoración tendía a asociarse a lo técnico y cualitativo. Duchamp trabaja en la producción del Gran vidrio (Le grand verre, 1915-1923), una obra cuya producción había iniciado en París y a la que aún llama “cuadro”.1Marcel Duchamp, carta a Walter Pach, cit. por Bernard Marcadé, Marcel Duchamp, Buenos Aires, Ediciones El Zorzal, 2008, p. 110.
Man Ray comienza a experimentar con fotografía, retratando aquello que no quiere pintar.2Carl Belz, “Man Ray and New York Dada”, en Art Journal, vol. 23, no. 3, primavera de 1964, p. 208.
La adopción del medio fotográfico por Man Ray no solo responde a su vocación experimental sino, sobre todo, a su desdén por el arte de su época. Y si alguna vez había declarado que la fotografía no era arte, su experiencia con la fotografía modificará radicalmente su opinión:
Yo había declarado llanamente que la fotografía no es arte e incluso había publicado un panfleto con este título, para el desmayo y reprobación de los fotógrafos. Cuando me preguntaron recientemente si todavía mantenía esta opinión, declaré que había modificado algo mi actitud: para mí el arte no es fotografía.3Man Ray cit. por John Fuller, “Atget and Man Ray in the Context of Surrealism”, en Art Journal, vol. 36, no. 2, invierno de 1976-77, p. 131.
Man Ray opone la fotografía a la pintura, síntoma y puntal del “arte” de entonces. La relación es de antagonismo: ese que marcó por siglos la distinción entre sensiblidad y racionalidad, arte y ciencia, mano y máquina.
Una clara disyuntiva, la de Man Ray: pintura o fotografía.
La adopción del medio fotográfico por Man Ray no solo responde a su vocación experimental sino, sobre todo, a su desdén por el arte de su época
II
Hacia 1923 Manuel Álvarez Bravo compra un libro de Picasso en la librería de Pedro Robredo en la Ciudad de México. Más que Rousseau o Diderot, a quienes leía por las noches, es Picasso quien le abre nuevos caminos. Contable en una oficina de Hacienda desde su adolescencia, Álvarez Bravo soñaba con ser artista, pero a diferencia de Man Ray, no era diestro pintando.…
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