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Compresión

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fotomontaje

Michael Wesely. 5.4.1997 - 3.6.1999 Potsdamer Platz, Berlin, 1997-99. Courtesy of the artist.

La compresión de datos e información en volúmenes de espacio cada vez más pequeños es uno de los aspectos más importantes de una sociedad y una cultura definidas por la tecnología. Y si la fotografía es algo, es, en primer y principal lugar, algo que gira en torno a la compresión. La compresión de la luz y de un segmento de tiempo en una forma miniaturizada y bidimensional de representación. Esta miniaturización del mundo en una imagen ha sido utilizada como medio de reproducción en las páginas de periódicos, revistas, libros y, en fecha más reciente, en pantallas de ordenadores. La compresión también hizo del mundo algo maleable. Era posible enmarcar y recortar el mundo, ajustándolo a cualquier tamaño, y se conseguía verlo de una ojeada. La compresión también normalizó y ordenó el mundo visual. Las fotografías podían ser seleccionadas, clasificadas, incluidas en un índice y almacenadas en archivadores. Se transformaron en archivos en los casos en los que el mundo visual admitía un orden cronológico y una clasificación por epígrafes temáticos. Esta ordenación prosiguió cuando las fotografías se incorporaron al mundo digital. Mas para que la imagen se digitalice son necesarias una considerable capacidad de almacenamiento y una anchura de banda de transmisión igualmente importante. De esta forma, la imagen se convierte en un código algorítmico y matemático para poder ser comprimida con vistas a su almacenamiento y procesado. Esta compresión reduce el volumen de datos a un número menor de bits y bytes que, en consecuencia, exigen menos espacio de archivo. Esta reducción también significa que alguna información del “original” se pierda en el proceso de compresión y descompresión, si bien el ojo humano es incapaz de detectar esta pérdida de calidad de imagen.

Illustration
Kazimierz Podsadecki. City – Mill of Life, 1929. Courtesy of the Muzeum Sztuki w Lodzi, Lodz.

Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada bosque, sino que hasta retenía en la memoria cada una de las veces que la había percibido o imaginado. Decidió reducir toda su experiencia pasada a unos setenta mil recuerdos que, más adelante, distinguiría numéricamente.

JORGE LUIS BORGES, FUNES, EL MEMORIOSO.
Illustration
Paul Citroën.
Metropolis. Courtesy of the IVAM, Institut Valencià d’Art Modern.

Pero al hacer del mundo algo pequeño y maleable, también se creó la posibilidad de una nueva geografía del espacio y de una nueva historia del tiempo. Era posible ver, unos al lado de los otros, distintos lugares y diferentes periodos de tiempo.

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