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Brummelliana

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Siempre hemos considerado a Beau Brummell como el más grande de los pequeños ingeniosos. En este sentido, puede ser visto, según dice Cowley de Píndaro, como “una especie única”, una clase en sí mismo. Ha llegado al minimum del ingenio y lo ha reducido “gracias a la felicidad o el esfuerzo” hasta casi un punto invisible. Todas sus frases ingeniosas giran en torno a una sola circunstancia, el exagerar las nimiedades hasta convertirlas en asuntos importantes, o el tratar todo lo demás con la máxima despreocupación e indiferencia, como si cuanto quisiera superar esos límites fuese un aburrimiento y perturbara la calma suprema de la vida mundana. Hemos oído hablar de “Un sonido tan fino, que nada vivía entre él y el silencio”1Según dice Cowley de Píndaro: referencia al poema de Cowley The Praise of Pindar..

De las chanzas del señor Brummell también podemos decir que su sentido es tan atenuado que “nada vive entre ellas y el disparate”, pues se ciernen al borde del vacío, y en su composición imprecisa están emparentadas con la nada. Nadie puede superarlo sin caer en la insignificancia y la insipidez. El señor Brummell ha alcanzado el ne plus ultra que separa al dandi del simple. ¡Mas qué ojo certero en la distinción, qué pulso firme el que consigue dar a esta última y más fina de todas las clasificaciones intelectuales! Exempli gratiâ –puesto que en una especie tan nueva, la teoría es incomprensible si no se ofrecen pruebas.

Así, en la cuestión planteada a un noble (que citamos el otro día), “¿Llama usted abrigo a esa cosa?”, existe una diferencia tan bella como sorprendente. De pronto se nos antoja un vulgar prejuicio suponer que un abrigo es un abrigo, la más común de las cosas comunes; sin embargo, queda aquí elevado a inefable esencia, de manera que un abrigo ya no es una cosa; o quizá harían falta infinidad de matices de la moda, el gusto y el refinamiento para que una cosa aspirase a los indefinidos privilegios y a los atributos misteriosos de un abrigo. Imposible imaginar broma más fina. ¡Qué desaire para el duque! ¡El bello se vuelve emperador entre semejantes insectos!

El señor Brummell ha alcanzado el ne plus ultra que separa al dandi del simple

La primera anécdota en la que apreciamos el ingenio del señor Brummell, que por otra parte aumenta con cada ejemplo, fue la siguiente.…

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