Revista EXIT número 41
#41

Edición Impresa + digital

Idioma Español / Inglés
Fecha: Febrero 2011
Páginas: 153
Encuadernación: rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1

Paraísos artificiales
Artificial Paradises

Nos hemos vuelto ciudadanos, vivimos en ciudades en las que un árbol, tal vez un parque, unos tiestos, un jardín, conforman la idea de naturaleza. Si el paisaje es una construcción cultural, el paisaje es un recuerdo desvaído. Nos hemos alejado de la naturaleza, pero la idea de lo que es, de la apariencia de la naturaleza, la hemos reconstruido, la hemos domesticado y la hemos convertido en un elemento decorativo. La naturaleza sigue viva hoy en nuestro entorno, está en el mantel de la cocina, en los vestidos de millones de mujeres, en la decoración de los bares, de los restaurantes chinos de todo el mundo y de las salas de espera de los dentistas, en los fondos decorativos de las viejas películas… la hemos metido en nuestras casas y en nuestros armarios, para tenerla más cerca.

Antonio Lucas, escritor, poeta y periodista, habla en su texto Paraísos fingidos: el sex appeal del artificio de la capacidad de la fotografía para alterar la percepción de una realidad siempre en cuestión; de cómo el artista busca construir una nueva política de la verdad marcada por la nostalgia y el deseo de interactuar con esa naturaleza imposible de acotar.

Entrevistamos a Jörg Sasse, del que mostramos algunos ejemplos de varias de sus series en torno a la idea del paisaje en el ámbito doméstico. “La imagen de la naturaleza aparece de formas muy diferentes en nuestro entorno. La imagen más cercana a la naturaleza es caótica, no estructurada, en capas, quizás algo parecido a lo que hacía Pollock con sus pinturas goteadas”. Acumulación, repetición, la idea del atlas de posibilidades visuales, de enciclopedia de imágenes está presente en toda su obra.

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Editorial

El Paraíso de la sala de estar

Rosa Olivares

Portada EXIT número 41

Hemos tardado mucho en darnos cuenta de que todo es un simulacro. Es un espejismo la realidad, pues la construimos y reconstruimos constantemente, no sólo a partir de nuestra memoria y nuestros deseos, sino de los arquetipos que a través del tiempo se han convertido en una tipología a veces kitsch, a veces monótona y a veces invisible. La literatura, el cine, y las artes plásticas han idotejiendo a nuestro alrededor una tupida red de apariencias y visiones que nos hacen sentir que vivimos en un decorado, un escenario en el que se va a rodar una película no siempre de final feliz. Decía Oscar Wilde que si la naturaleza hubiera sido confortable, la humanidad nunca hubiera inventado la arquitectura. Él prefería las casas al campo, incluso al jardín. “¡La naturaleza es tan incómoda!”. Es inevitable estar de acuerdo con él, aunque Oscar Wilde decía muchas cosas, y asociaba la buena forma física con la estupidez mental…. Y tal vez en eso, sólo tal vez, no tenía toda la razón. Lo que es cierto es que la humanidad ha ido paulatinamente dándole la espalda a la naturaleza, cerrándole la puerta del jardín, alejándose de ella por imperativos de la evolución, del desarrollo.

Si el paisaje es una construcción cultural, la naturaleza es un recuerdo desvaído

Nos hemos vuelto ciudadanos, vivimos en las ciudades, en las que un árbol, tal vez un parque, un jardín a veces, unos tiestos de vez en cuando, conforman la idea de naturaleza. Si el paisaje es una construcción cultural, la naturaleza es un recuerdo desvaído. Parte de una memoria colectiva que se aleja cada vez más rápido y de la que cada uno tiene una añoranza diferente. Nos hemos ido alejando de la naturaleza, pero la idea de lo que es, de la apariencia de la naturaleza, la hemos reconstruido, la hemos domesticado y la hemos convertido en elemento decorativo. Como todo lo perdido, la naturaleza se fija en nuestro inconsciente más profundo, y ese inconsciente hace que nos compremos una camisa de flores, un vestido que parece un jardín; hace que llenemos la casa con jarrones de flores, que guardemos flores secas entre las páginas de un libro… Porque, no sabría explicar el porqué, asociamos la naturaleza con el amor perdido, con la juventud que se fue, con una infancia alegre, con un fin de semana divertido, con unas vacaciones exóticas, con lo sano y con la tristeza, en fin, que es como una sombra que