Revista EXIT número 10
#10

Edición Impresa + digital


Idioma Español / Inglés
Fecha: Mayo 2003
Páginas: 165
Encuadernación rústica
ISSN: 1577-272-1
Versión digital ISSN-e: 1577-272-1

Autorretratos
Self-Portaits

El autorretrato, género íntimo y personal que camina paralelo, pero autónomo, al retrato, nos ofrece la posibilidad de identificar a los artistas, de aplicar un rostro a un nombre con resonancias. Pero, ¿qué motivos impulsan realmente a un artista a autorretratarse? A lo largo de la historia del arte, desde Durero hasta Rembrandt, desde Van Gogh a Picasso, de Man Ray a Warhol, muchos han sido los artistas que nos han legado su propia imagen como una práctica que oscila entre el ejercicio técnico y la autoafirmación, entre los asomos del narcisismo y la autoparodia, o como simple testimonio de una responsabilidad de autor.

Así como la máscara oculta tanto como revela, el autorretrato manifiesta una personalidad y busca una identidad en el caos creativo, desde la pose más austera hasta la más alegórica y excesiva escenografía, desde la soledad ante un telón de fondo hasta el disfraz más artificioso. Su representación, aunque sólo sea tomando una parte por el todo, desliza significados e inclina la balanza hacia la intención e imagen que el artista quisiera ofrecer de sí mismo.

Este número EXIT #10 Autorretratos ha sido estructurado en cuatro grandes capítulos: Yo mismo, con un texto genérico de Juan Antonio Ramírez y dossieres de John Coplans y Esther Ferrer; Je est un autre, con texto de Luis Francisco Pérez y dossieres de Yasumasa Morimura y Jorge Molder; Yo y los otros, con texto de José Luis Brea y dossieres de Lucas Samaras y Ryan Weideman; y Yo en movimiento, una aproximación a la idea del autorretrato y la autobiografía en soporte vídeo con un texto de Susana Blas y dossieres de Vito Acconci y Pierrick Sorin.

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Editorial

¿Quién soy yo?

Rosa Olivares

Portada EXIT número 10

La primera mirada de reconocimiento frente a un espejo nos llena de dudas: ¿ese reflejo soy yo? Reconocernos en un cuerpo que muchas veces no es el que hubiéramos deseado, en un género que no tiene por qué ser necesariamente el que hubiéramos elegido, sólo es una parte del problema. No se trata únicamente del cuerpo y del género, la duda existencial sobre nuestra propia identidad va más allá de esto, trasciende al lugar, a la cultura de la que somos parte, a lo religioso, a la pura elección final de aceptar la vida y de decidir cómo vivirla. La identidad acaba siendo una tabla de madera a la que agarrarse en una deriva persistente que se suele llamar vida. Así, el escritor siente que su única identidad es escribir, mientras otros hacen bandera de la inclinación sexual, y otros de la pertenencia a una idea, a un lugar, a una tragedia… Lo importante es sobrevivir a cualquier naufragio.

Douglas Gordon. Monster, 1997, Transmounted c-print in painted wood frame, 86 x 127 cm each. Courtesy Lisson Gallery, London, and Patrick Painter Edition Inc, Hong Kong

¿Quién soy? Esta simple pregunta se ha repetido a lo largo de la historia del ser humano como un eco interminable. Está detrás de la evolución del arte y de la ciencia. Buscamos nuestra identidad a través de la poesía y de las matemáticas, si es que no son lo mismo. Nos buscamos en los otros, a veces convirtiéndonos en otro, pero nunca dejamos de ser nosotros mismos, sea quién sea lo que seamos. Desde la política y la ciencia, desde la música y la pintura, el problema de la identidad marca el movimiento y la evolución de la historia y del desarrollo de la humanidad. En estos días se ha completado el mapa del genoma humano; antes se descubrió que no había nada más preciso de nosotros mismos que el A