anterior

El trabajo que nos hace

siguiente
Charles Chaplin, Tiempos modernos (fotograma), 1936

La policromática profesión de la creación artística

En su libro Working, de 1974, el célebre historiador oral de Chicago Studs Terkel entrevistaba a una muestra representativa de personas de la clase trabajadora estadounidense y les preguntaba por sus respectivas profesiones. El libro de Terkel, como casi todas las investigaciones de su vida, ofrece un retrato social del espíritu estadounidense del siglo XX en toda su franqueza, inteligencia y a veces incluso ingenuidad, pero siempre cargado de una esperanza eterna.

Ahora que estoy llegando al final de una residencia artística1Este texto se publicó originalmente el 22 de junio de 2023, momento en que Pablo Helguera desarrollaba una residencia en Denniston Hill, Nueva York.,trabajando mucho e intentando ser lo más productivo posible en un ambiente supuestamente —y efectivamente— relajante (pero no conducente a disfrutar de unas vacaciones sin sentido, sino a hacer obras de arte), he estado pensando en ese libro. Me he enfrentado de lleno tanto a los placeres como a las dificultades del trabajo de la creación artística, con sus esporádicos progresos y sus menos esporádicas frustraciones, incertidumbres e inseguridades. Pero al margen de eso, en lo que respecta al tema más amplio del trabajo, he estado reflexionando sobre dos cuestiones: la primera, lo mucho que cuesta situar lo que hacen los artistas en la visión tradicional de las profesiones, y la segunda, la identificación de los artistas (o los profesionales del arte en general) con nuestra obra y cómo esta termina por definirnos.

La definición de “sin cuello” refuerza la idea de que la creación artística es un pasatiempo frívolo al que uno se dedica por placer

Si resulta que eres como yo y nunca te has parado a pensar mucho en este tema, hay toda una tabla de colores que clasifica a los trabajadores por profesiones. Al margen de las categorías más familiares de cuello blanco (profesionales remunerados) y cuello azul (clase trabajadora, trabajo manual), existen cuellos de otras coloraciones, como el dorado (profesionales altamente cualificados), el rojo (gobierno), el naranja (cárcel), el marrón (fuerzas armadas), el gris (aquellos que siguen trabajando pasada la edad de jubilación) e incluso el escarlata (la industria sexual). Esa tabla parece una acumulación histórica de clichés y conceptos anticuados: el “cuello rosa”, por ejemplo, que hace referencia a los trabajos del sector servicios, lleva ese nombre porque hacia la década de 1970, cuando se acuñó el término, designaba trabajos desempeñados mayoritariamente por mujeres.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete