Son muy pocos los visitantes de los museos que reparan en ellos. Los vigilantes de sala son esas personas que calladamente observan y vigilan la seguridad de cada sala, que nadie toque las obras, que todo esté en orden y no haya ningún peligro ni sobresalto. Ellos conviven con las obras gran parte de su vida, de hecho, su trabajo es convivir con ellas. Son pocos también los artistas que se preocupan de ellos, o ni siquiera piensan en ellos.
Aunque algún artista se ha ganado la vida durante años como vigilante. Ese fue el caso de Robert Ryman (1930-2019), el pintor abstracto y artista conceptual que tuvo durante años un trabajo de seguridad en el MoMa de Nueva York, allí conocería a los artistas Sol LeWitt y Dan Flavin, quienes trabajaron con él en el MoMa en este tipo de labores tan poco valoradas en general. Los vigilantes de sala no tienen ni siquiera una canción, como la famosa “Secretaria” de Mocedades, ellos pasan desapercibidos y realmente ni siquiera sabemos cuántas veces han sido los protagonistas que han salvado obras de arte en todos los museos de la acción de vándalos o de simples espectadores despistados.
Sophie Calle (1953) es una de las pocas artistas que ha trabajado con los vigilantes de sala para realizar una obra, ¿Qué veis?, en la que junto a la fotografía de unos marcos vacíos (el museo mantiene en exposición los marcos donde estaban las telas robadas) o de la manchas de las paredes donde hubo una obra que fue robada, añade la descripción que los vigilantes de sala hacen de esas piezas robadas a las que acompañaron durante años. Lo que viene a ser su recuerdo, cómo cada uno de ellos recuerda los seis lienzos de Rembrandt, Manet, Flinck y Vermeer, cinco dibujos de Degas, un florero y un águila napoleónica que fueron sustraídos del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston el 18 de marzo de 1990.
“Los vigilantes del Louvre están agotados”, “El Louvre se asfixia”, “Cierra el Louvre por el exceso de afluencia de sus visitantes”
Una pieza que trata de la memoria automática y sobre todo del olvido de lo cotidiano, y de la ausencia, de la huella de las cosas perdidas. Pero en la que los vigilantes actúan como herramienta aportando sus vivencias y sus olvidos, su subjetiva percepción de esas obras y el cariño construido en el día a día de cuidados y observación.…
Este artículo es para suscriptores de EXPRESS
Suscríbete