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Si me das a elegir…

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Gonzalo Puch, Sin título ARCO, 1999

Gonzalo Puch, Sin título, ARCO, 1999

Hace ya tiempo que ni siquiera las candidatas a Miss Mundo piden como deseo la paz en el mundo, todos sabemos que es imposible. Tal vez hayamos perdido la inocencia y seamos unos descreídos. Ya sabemos que hay cosas imposibles, y sabemos que la muerte y los intereses son imposibles de eliminar. Sigue habiendo cosas que se presentan como únicas opciones, sin posibilidad de elección. Si tuviéramos otras opciones tal vez las cosas cambiaran.

Aunque realmente creo que sí, que hay opciones y que podemos elegir, aunque sea en pequeñeces, cosas sin importancia. Por ejemplo, desobedecer. Podemos desobedecer. Podemos elegir no hacerlo. Podemos elegir pocas cosas, cada vez menos, pero aún tenemos una cierta, mínima, maniobrabilidad para expresar nuestro enfado, nuestro cansancio, la necesidad de que haya cambios, alguno, aunque sea uno solo, por favor. Vivimos en una especie de bucle que en el mundo del arte se conforma a través de fechas concretas, como las ferias, las bienales, la temporada de vacaciones y las exposiciones colectivas, las de fotografía cuando toca. Todo en orden. Como corresponde a una época de mediocridad rampante que poco a poco no deja fisuras para el arrebato, la diferencia ni la crítica. Y mucho menos para la pasión, la exageración o el grito.

Pero si me das a elegir…, si me das a elegir prefiero tener vacaciones en otoño y no en verano. Y preferiría ver las obras de arte en los sitios adecuados, como museos o salas de arte, con la iluminación adecuada y sin prisas, y no en un lugar inhóspito, lleno de ruido, con gente que come bocadillos y hace selfis sin parar. Preferiría ver más de un solo cuadro de un artista antes de comprarlo, incluso aunque no fuera a comprarlo. Para entender mejor qué es lo que hace, porque me gusta, porque deseo llevármelo conmigo, a mi casa. Tal vez no para siempre, pero si para mucho, mucho tiempo

Cuantos egos, cuantos deseos, sueños, hay que pisotear, sacrificar, engañar, postergar, para cubrir la temporada de ferias…

Si me dieran a elegir me gustaría que las ferias de arte no fueran un continuo sin fin que agota a profesionales de todo tipo, desde galeristas, artistas y publico hasta a coleccionistas y camareros. Vamos de un país a otro, de un continente a otro sin parar, de feria en feria, para vender o comprar, para ver o para enseñar, con ese deseo compulsivo de que la próxima vez irá mejor, irá bien.…

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