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Por qué no les gusta la cultura a los jóvenes

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Thomas Struth. Museo del Prado 4, 2005.

Cada vez que entro en un museo me encuentro con una visita guiada de algún colegio que, más o menos dirigida por su profesor, pasea delante de los cuadros y obras de arte en general, con más bien poco interés. Lo primero que me viene a la cabeza en esos momentos es que no sólo molestan a los visitantes, a los que realmente les interesa el arte, sino que nunca le van a pillar el gusto a eso del arte y de los museos si tienen que ir obligados. Lo segundo que pienso es que el profesor, o la profesora, es simplemente una víctima que va tan obligada como sus alumnos.

Nunca he entendido ese afán por sacarlos del colegio y obligarles a ir al museo

Los chicos y chicas tontean entre ellos, se escabullen en cuanto pueden y consultan los teléfonos para ver si tienen un mensaje, hablan en voz bajita y ni miran las obras ni escuchan los comentarios del pobre profesor. Para ellos es solamente un día en el que no hay clase, les “sacan” de paseo. Raramente van a tener mayor beneficio. Lo mismo se puede decir de cuando “son llevados” a una obra de teatro o un concierto que, por lo menos y con buen criterio, se organiza sólo para jóvenes de diferentes colegios. Simplemente días libres de la rutina escolar, les da igual ir a El Prado que al Teatro Real, que al Museo del Ferrocarril. Lo mismo Schubert que Mozart que cualquier viejo de esos que no conocían el sintetizador. Nunca he entendido ese afán por sacarlos del colegio y obligarles a ir al museo (o al teatro, o al auditorio…) cuando no se les enseña a leer ni a escribir, quiero decir a contar algo a través de la escritura ni a entender lo que una serie de letras y palabras juntas significan. Ni que decir de que no tienen ni idea de nada que tenga que ver con cualquier música anterior a Los Ramones (y eso si sus padres fueron jóvenes alguna vez) o con un arte que no se pueda fijar en las paredes de la calle. Ni Velázquez, ni Goya, ni Manet, ni Picasso, ni Rothko, ni nadie. Ni historia, ni arte, ni literatura, nada de cultura no sea que les dé por pensar.

Cuando pasan los años y estos jóvenes u otros entran en un museo una mañana de domingo (día que es gratis en casi todo el mundo) con sus amigos, novia o incipiente familia, les vemos deambular perdidos por las salas, haciéndose fotos junto a las piezas, sin leer ni un solo cartel explicativo.…

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