anterior

Money, money, money

siguiente
Guggenheim

El señor Burns, de la serie Los Simpson.

Hace tiempo que parece que el arte contemporáneo es como una joya exclusiva que sólo pueden lucir las más ricas del mundo. Los más importantes museos parece que están encantados con esa imagen que está consiguiendo el absoluto desapego de la población con respecto al arte actual y cualquiera de sus manifestaciones. De hecho parece que museos como el Guggenheim o el Louvre son más que responsables de esa simbiosis lujo y arte. La idea de las franquicias surge de las grandes cadenas de comercio, se hacen famosas con las tiendas de ropa tipo Benetton, que te permiten abrir una tienda “Benetton” con una serie de condiciones y pagando un precio concreto, en casi cualquier parte del mundo, alcanzando el éxtasis con la apertura de una en La Habana comunista. Pero son los museos los que al parecer están sacando mejor tajada con la idea. El Guggenheim se lo ha tomado muy en serio y ya ha abierto, además de la Fundación Peggy Guggenheim en Venecia y la central de Nueva York, la delegación en Bilbao. Pero, además, ya ha clausurado, supongo que por no dar el rendimiento económico esperado, el Guggenheim Hermitage de las Vegas (USA) y el de Berlín; ha cancelado los proyectos de montar otro en Guadalajara, México; y otro Guggenheim Hermitage en Vilna, Lituania. Pero no sientan pena, porque tiene abiertos y en marcha otros tres proyectos: tres nuevos “guggenheims” en Helsinki, Finlandia, en Abu Dhabi, Emiratos Arabes, y ¡¡¡si!!! en Urdaibai, Pais Vasco otra vez, España. Parece ser que es más que rentable abrir sucursales de museos. Y así en Málaga (ya lo dijimos) se abrirá una sucursal del Pompidou, que, por cierto, también abrirá otra franquicia en Abu Dhabi. Y aquí llegamos al meollo de la cuestión: desde octubre de 2013 están teniendo lugar sistemáticas protestas de los trabajadores del Guggenheim en defensa de los derechos laborales y de los derechos humanos de los trabajadores, en su mayoría emigrantes, que trabajan en unas condiciones cercanas a la esclavitud en la construcción de la joya del arte actual en oriente. Naturalmente el director del Guggenheim, Mr. Amstrong, que había ido a Abu Dhabi a una feria de arte, ha declarado que las condiciones de trabajo y alojamiento de estos trabajadores son envidiables (no ha especificado si él mismo las envidia) y que no hay razón para las protestas. Watch Human Rights no están de acuerdo con el señor Amstrong, pero ¿qué sabrán ellos de condiciones laborales?…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete