Me resulta muy difícil comprender la general mala relación que hay entre la política de izquierdas y el arte contemporáneo. En esta época preelectoral estamos viendo en Barcelona un conflicto abierto entre la ciudad, los vecinos del Raval y la sociedad artística (no sé muy bien cómo definir esto: artistas, gestores culturales, aficionados al arte actual…) por un edificio cedido al MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) como ampliación de su sede, que está siendo reclamado para albergar un Centro de salud para el barrio. Es evidente que hay muchos más edificios que pueden cumplir cualquiera de las dos funciones, pero este enfrentamiento ha sacado a primer plano un debate y unas argumentaciones contrarias, enfrentadas y que rozan actitudes prebélicas, algo últimamente bastante normal en cualquier discusión que tenga lugar en este mi país.
Hay que decir que Barcelona tiene un ayuntamiento de izquierdas, y una alcaldesa aclamada extensamente por toda la izquierda española, Ada Colau, y que Catalunya está gobernada por un gobierno nacionalista e independentista que ha demostrado sobradamente una falta de interés por el arte y la cultura similar a su falta de capacidad para legislar. También hay que recordar que el MACBA es un museo pagado por instituciones públicas, desde el Ayuntamiento de Barcelona hasta el Estado de España, pero cuyas obras de arte son propiedad del Patronato del museo, formado por una serie de coleccionistas locales.
En esta discusión ha surgido por ejemplo la idea de que el MACBA no es el museo del barrio, que el Raval (barrio en el que está situado junto con el CCCB, por ejemplo, al que nadie le dice nada) es un barrio de clase muy humilde y de emigración lumpen, ya en proceso de gentrificación, y que el museo no ha sabido atraer a ese público. La respuesta es muy fácil, el MACBA no es un centro cultural de barrio, sino el museo de arte contemporáneo de toda la ciudad, de Barcelona, uno de los cuatro más importantes de España. Estas discusiones se vienen realizando desde la propia calle, los medios de comunicación, pero también en Facebook, que sirve como un resumen de las esencias de los argumentos de todos los elementos que participan.
De ese argumento del “museo del barrio” hasta llegar al papel del museo en la educación del pueblo hay un paso, pequeño pero peligroso. Como decía un reconocido artista, el museo no es una escuela, nadie le exige al Prado o al Reina Sofía que sean el museo de su barrio, ni por supuesto a la Tate de Londres, ni al MOMA o al Pompidou.…
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