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Los grandes coleccionistas

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Frans Francken el Joven. Kunstkamer, 1636. Museo de Historia del Arte de Viena.

Ya sabemos que estamos viviendo un mal momento para la lírica, y también para la épica, incluso para la égloga. Es decir que no es un momento idóneo ni para aventuras ni para proyectos ni para casi nada. Y menos si tiene que ver con la cultura. Pero, a pesar de todo, hay muchas personas, decenas, centenas, incluso miles de personas que compran arte y algunos de ellos degeneraran en coleccionistas y unos pocos de estos coleccionistas persistirán en comprar, se obsesionaran con el arte y se convertirán en grandes coleccionistas. Nada que ver con aquellos grandes coleccionistas de antaño, que compraban por dos duros y además se hacían amigos de los artistas, incluso les levantaban, llegado el caso, a sus musas. Nada que ver con aquellos que con sus colecciones fundarían los grandes museos de hoy. Hoy en día los grandes coleccionistas sólo aparecen muy de vez en cuando para firmar algún acuerdo con instituciones públicas que les desgrave impuestos, en alguna gran inauguración de algún museo propio o ajeno. Por supuestos las casas reales ya no coleccionan, en todo caso sólo coleccionan trofeos de caza, esa obscenidad antinatural de la demostración de la superioridad de la fuerza sobre la belleza. Las casas reales, sus altezas reales, en todo caso venden bajo cuerda goyas, o velázquez, o lo que tengan a mano porque suelen confundir el patrimonio nacional con su escueto patrimonio personal, aunque nunca confundan deber con obligación, pero bueno, las casas reales ya no compran nada y no venden el Prado por qué no ven la forma de hacerlo. En cuanto a esas otras casas reales formadas por oligarcas, tecnócratas, financieros, banqueros, etc., el tema de las colecciones, incluso de los museos que algunos ya tienen y otros construyen con los mejores arquitectos y con mediocres directores y gestores, a ellos sólo les interesa como espejo mediático, limpiezas de impuestos y otras menudencias sociales.
En cuanto a las grandes colecciones que se forman con el dinero negro del petróleo en los países árabes, esas están en cajas fuertes blindadas, seguramente en Suiza. Pueden ser maravillosas pero están ocultas, escondidas y es difícil considerarlas como algo diferente a una inversión económica, a un tipo de especulación financiera más. Y en cuanto a aquellos artistas que antaño regalaban sus obras para los fondos de un museo… de esos hay pocos. El último ha sido Guillermo Pérez Villalta que ha cumplido sus deseos de donar en vida una muy importante parte de su obra al museo de su ciudad, Sevilla.…

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