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El vientre del arquitecto

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Cerith Wyn Evans. Aquí todo parece que aún esta en construcción y ya es ruina, instalación para la exposición Incidentes Incidentes de viaje espejo en Yucatán y otros lugares en el Museo Tamayo, julio de 2011.

Desde el origen de las artes plásticas reconocidas como tales, el arquitecto es la figura central. El artista por excelencia, el artista perfecto, que domina la técnica, la exactitud del cálculo y los parámetros de la belleza. El arquitecto es el único artista cuyas obras están pensadas para que el hombre viva en ellas. Aunque habría que decir que esto es una idea ya caduca, pasada de moda, en un momento en el que el arquitecto ya no es un artista sino un mito y un ídolo social. Una especie de nuevo rico al que no le importa ni el hombre que habitará en su obra, ni la obra misma, ni el cliente que paga esa obra, sea este una ciudad, un estado, o un particular.

No sirve para lo que se pensó, sirve para que el arquitecto se convierta en millonario y para que su ego se convierta en ceguera y estupidez

El diseño no tiene sentido si no sirve al fin esencial de su existencia. Igualmente la arquitectura que no sirve al fin para la que ha sido creada es un absoluto bluf. Si una tetera derrama el agua cada vez que la usamos, la tiramos, si una lámpara no esta pensada para que ilumine, no es una lámpara. Si una pelota para jugar al fútbol es cuadrada, aunque sea bellísima, no sirve. Y esto es lo que está pasando con gran parte de la arquitectura actual: no sirve. No sirve para lo que se pensó, sirve para que el arquitecto se convierta en millonario y para que su ego se convierta en ceguera y estupidez. Y esto sirve especialmente para la arquitectura de museos. El penúltimo ejemplo, la ampliación del Museo Amparo en Puebla, obra del arquitecto Enrique Norten, ya conocido y temido en México por la rehabilitación perpetrada en el Museo de El Chopo, en el DF, que ha mutilado y eliminado cualquier encanto al espacio. Como decía una artista mexicana, parece que a Norten no le interese ni el arte, ni la gente y realmente tampoco sus edificios.

Primero él, después el mundo: el vientre insaciable del arquitecto

El Museo Amparo hace actual aquella frase de Claude Lévi-Strauss en su primer viaje a México en 1955: “Aquí todo parece que aún esta en construcción y ya es ruina” (adaptada por Caetano Veloso y posteriormente reutilizada por Cerith Wyn Evans). No se ha acabado la obra de ampliación de la primera etapa y ya todo empieza a parecer ruina, y sobre todo es un proyecto fallido porque no tiene en consideración que es un museo y antepone la idea del edificio como icono arquitectónico al proyecto museográfico.…

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