anterior

El váter de Trump

siguiente
Maurizio Cattelan, America, 2016

Maurizio Cattelan, America, 2016

Que no es oro todo lo que reluce es algo evidente. Pero parece que ahora tampoco es arte todo lo que lo parece. Algo así nos temíamos. Nancy Spector, curadora de la central de todos los Guggenheims en Nueva York, nos lo ha dejado bastante claro hace unas semanas con su negativa de prestar el óleo de Van Gogh, Paisaje con nieve, ofreciendo en su lugar la pieza de Maurizio Cattelan, América, un inodoro de oro macizo (al parecer), ejemplo paradigmático del arte actual. A mí personalmente me parece que esta decisión de Spector tiene muchas más lecturas de las que a primera vista pudieran parecer.

Nancy Spector es una mujer inteligente, menuda y fuerte, que ha sabido nadar y mantenerse a flote en el proceloso mar del mundo del arte, con buenos puestos y excelentes muestras curadas por ella misma y otras realizadas bajo su invitación. No cabe duda de que es una mujer concienciada políticamente, feminista y que no ha votado con toda seguridad a Trump. En una primera lectura vemos en su respuesta la gran ironía del mundo de la cultura a una petición que puede parecer grosera (aunque a mí, sinceramente, me parece de un excelente gusto por parte de Melania Trump, seguramente la única de la familia que sabe quién es Van Gogh): le niega una obra de arte clásica para ofrecerle a cambio una obra de arte crítica con el poder y el lujo que el presidente representa mejor que nadie en el mundo. No olvidemos al amor por el dorado del que hace gala en sus casas con grifos de oro y seguramente algún váter también, aunque no esté firmado por Cattelan. Porque Trump se cree que todo lo que reluce es oro, es como las urracas que se llevan a sus nidos todo lo que brilla, aunque sea papel de adorno.

La misma actitud que hace que le quitemos a un niño pequeño […] un objeto de valor de las manos y le demos una figura de plástico

Hay que decir que esta ‘costumbre’ de los presidentes de Estados Unidos de pedir obras de arte a los museos para tenerlas en sus habitaciones durante el tiempo de su gobierno es una tradición que tanto Obama (piezas de Rothko y Jasper Jones), como Kennedy (un Eugene Delacroix) mantuvieron, así no se ve tan prepotente el asunto, y cobra fuerza la sospecha de que Trump no tenía ni idea de qué hacer con esa posibilidad y que sin duda fue Melania la que pidió el Van Gogh.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete