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El tiempo y sus asociados

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Jeff Koons en la presentación de su exposición en el Museo Guggenheim Bilbao el pasado 11 de junio

Es una cosa curiosa el tiempo, su paso y sus derivas. No voy a repetir esa obviedad de que el tiempo pasa más lento para el que espera y mucho más rápido para el que siempre llega tarde. Pero últimamente veo que hay cada vez más cosas que tienen mucho que ver con el tiempo, como la memoria y el olvido, como los recuerdos, como todas esas personas que vuelven sin que nada nos lo hiciera suponer, como, por ejemplo, aquellas cosas que siempre nos parecieron rompedoras y, de repente, son simplemente repetitivas. Pasa el tiempo y el reencuentro con personas que fueron amigas, incluso tal vez algo más y de las que guardamos un recuerdo nítido, nos deja claro que la memoria juega sucio y que nuestro recuerdo es solamente un punto ciego en el transcurso del tiempo. Aquellos jóvenes guapos son hoy gorditos vulgares de media edad, es decir, más cercanos a la vejez, y lo que es peor: a la mediocridad, más que a ningún otro sitio. Inaugura Jeff Koons en el Guggenheim de Bilbao, después de un (otro) éxito singular en Nueva York, y comprobamos, no sin cierta sorpresa, que su sonrisa eterna ya nos parece acartonada, que sus obras no nos resultan ya tan fácilmente defendibles, tan evidentemente brillantes como no hace mucho tiempo. La duda es si nos equivocamos entonces o si nos equivocamos ahora. Visitar museos puede servir para entender mejor ese velo que el tiempo teje y que a veces levanta, y con la que otras cubre obras de arte, personas, situaciones, puede ayudarnos a comprender por qué a veces su paso es más dulce y otras terriblemente cruel.

La memoria no es simplemente selectiva, como un monstruo indefinido; a la memoria hay que alimentarla

No hace mucho daba una charla sobre la obra de Cindy Sherman y, revisando su trayectoria, para mí esencial en el desarrollo de la fotografía actual, veía con claridad ese momento en el que la artista simplemente abandona, o tal vez cierra su imaginación; ese punto en el que su obra se cierra y ya no aporta nada más. Claro que hay muchos otros artistas que su obra nunca aportó ni aportará nada; sobre estos el tiempo no tiene nada que decir. Hay otros muchos, no sólo artistas sino cantantes, actores, escritores, que el olvido borró, desconocidos hoy, tanto tiempo después de su éxito, que de repente vuelven a asomarse por una rendija de ese manto con que el tiempo lo cubre todo, y nuevamente brillan y sorprenden a jóvenes y viejos con una obra, tal vez la de siempre, vigorosa y eterna.…

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