Estamos acabando las vacaciones de verano y aparentemente hay pocas cosas de las que hablar. La propia idea de “vacaciones” podría ser un tema. Es un concepto que se ha desvirtuado con el tiempo, y sobre todo con una velocidad sorprendente en las últimas décadas. Es cierto que, en muchos lugares del mundo, el tener vacaciones ya es una idea de solamente ciertas clases sociales y económicas, ya que la inmensa mayoría no tienen trabajo y por lo tanto no existen las vacaciones, o tienen tan pocos días y tan poco dinero que con quedarse en casa y no madrugar, ya es un lujo asiático (realmente nunca he sabido qué es ese lujo). Pero eso, por suerte, está cambiando con el desarrollo de derechos y condiciones laborales. En otras partes del mundo, las vacaciones son una tradición indestructible. No hace tanto, el periodo de vacaciones de verano, que en España era el mes de agosto entero y que para muchos estudiantes (y profesores) se alargaba hasta los tres meses (junio, julio y agosto), era un momento para reponer fuerzas. Era un tiempo de descanso para unos y de recuperar las asignaturas suspendidas para otros. Las familias salían al pueblo de donde se procedía, a las casas de los parientes en lugares frescos. En general se huía del calor y del esfuerzo. Desde la comida hasta los horarios, todo era más ligero, más tranquilo. No había prisas, era tiempo de descanso, e incluso de un cierto ahorro, porque la mayoría estaba parada en algún lugar donde los niños eran libres, lejos de los peligros de la ciudad, y los mayores no tenían nada que hacer salvo leer, pasear, dormir siestas infinitas, bañarse en el río o en las playas cercanas, salir por la noche por el pueblo, disfrutar esas fiestas ya propias de antiguas películas rancias. Pero… Pero eso ya se acabó, aunque quién sabe si como casi todo en la vida (modas, ropas, músicas, estilos, costumbres), incluso como los más terribles miedos (Alien ha regresado este verano…). Las viejas vacaciones pueden ser las de un futuro en quiebra, o incluso de un futuro retrohipster.
El caso es que ahora las vacaciones se cogen por semanas y ya no por meses, y cada vez se va más lejos en menos tiempo. Como si fuera un deporte olímpico, las vacaciones son cada vez más cortas, más lejanas, más caras, más agotadoras.…
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