Pocas cosas hay más sugerentes, más sensuales, más atrayentes, que los pies descalzos de una mujer vestida. Una foto, como de costumbre, me dejó esta idea, casi una sensación. La foto es de hace años, 2018, en la alfombra roja de Cannes. Kristen Stewart, recordando la pequeña revolución de las mujeres ante la obligación de ir con zapatos de tacón alto a la gala del Festival de Cine de Cannes en 2015, se descalza y se quita sus Louboutin de tacón de aguja, sube la escalinata descalza. En esta ocasión no me llama la atención la ya antigua queja de las actrices que se descalzaron tantas veces y que todavía hoy van subidas en tacones de más de 10 centímetros de precaria altura. En esta ocasión fue ese pie, la mujer en equilibrio con un zapato en la mano; no hay exhibicionismo, simplemente desnuda su pie que, al final de unas largas piernas con una cortísima falda, resplandece desde su sencillez. La foto es de Valery Hache para Getty, y no la publicamos porque habría que pagar una cantidad desorbitada por apenas un pie, cuando todos ustedes pueden verlo gratuitamente en internet. La narración o la pasta. Un pie desnudo, y las guerras, los políticos, el dolor en la espalda… por unos segundos desaparecen, y el vals de Jacques Brel La valse à mille temps me vuelve a la memoria. París, un baile, un vals entre dos, a cuatro tiempos… la fragilidad de unos pies que vuelan sobre el suelo al ritmo de una música. El cuerpo, que es la casa del dolor, también es donde habita la belleza, la delicadeza, el ritmo y la soledad. Y, tal vez, en el ático, detrás de los ojos, en una pequeña cavidad este la memoria, la inteligencia, el cerebro. Se empieza con un pie descalzo y luego llega la revolución. Se acaba llegando a la cabeza, aunque a veces nos olvidemos del corazón.
El gusto, hoy, no lo marcan los curadores, sino el mercado, el coleccionismo
Yo realmente pensaba escribir sobre la Bienal de Venecia de este 2024, un año curioso para una Bienal que cada vez se acerca más al cierre del círculo perfecto: cada vez se parece más a las ferias de muestras, al comercio más obvio y hasta a veces un poco grosero, porque París y Venecia parece que se merecen algo mejor siempre. Iba a escribir sobre una Bienal que este año ha tenido dos puntos centrales de crítica y criterios enfrentados.…
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