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cubo blanco

Frida Escobedo diseñó y realizó la museografía de la nueva exposición de Cartier en Museo Jumex (Moritz Bernoully). Cortesía: Museo Jumex/Cartier

La idea del “cubo blanco” es una de las reglas esenciales que, hasta hace poco (y aún en la mente de algunos despistados), regía el oficio del comisariado, y desde luego es algo que se ha intentado conseguir prácticamente en todos los museos de arte actual que se han construido o remodelado a partir de los años 80 del siglo pasado. En el libro Dentro del cubo blanco de Brian O’Doherty (traducido al español por el CENDEAC y uno de los textos básicos del comisariado y del montaje expositivo) se detalla la idea y se muestran ejemplos suficientes. La idea fundamental en la museología moderna se resume en generar un espacio neutral en el que se pueda mostrar la obra de arte aislada de su contexto inmediato y de todo lo que pudiera distraer al espectador de la experiencia estética que se produce al contemplar la obra de arte. Es decir, un cubo blanco, una burbuja que nos coloque en un lugar ajeno al mundo y a cualquier referencia que no esté inserta en la propia obra. Arquitectónicamente, la palabra que podría definir y resumir sus cualidades sería la de “simplicidad”; una fórmula que buscaría, a través de la neutralidad, el ideal de una forma pura. Esta ha sido la fórmula espacial que ha acompañado al arte de nuestras vidas, es decir, a las salas de exposiciones en museos, centros de arte y galerías por las que hemos buscado esas obras actuales más destacadas. A todos nos ha resultado evidente que no ha funcionado, que esa fórmula no lo ha conseguido.

La idea fundamental en la museología moderna se resume en generar un espacio neutral

En gran medida, porque la mayoría de los arquitectos quieren dejar una impronta personal que puede ser cualquier cosa menos la neutralidad, un ideal de pureza o, más llanamente, algo simple. Por otra parte, si tenemos en cuenta que más o menos el 50% de los museos actuales han sido el resultado de rehabilitaciones de edificios anteriores, esa “neutralidad”, ese cubo blanco se ha intentado implantar entre columnas, en espacios mastodónticos, en palacios, hospitales, almacenes de grano, fábricas abandonadas, cárceles o en hospitales, con dudoso éxito. Si somos sinceros, aquellos que nos hemos preocupado por buscar ese objetivo de limpieza y aislamiento (para que la obra sea lo único que nos afecte en su exposición) en estos espacios, lo que realmente hemos sentido es un alejamiento de la obra de arte, incluso una cierta manipulación conceptual que tiende a favorecer a determinado tipo de obras.…

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