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XIII Bienal de La Habana: soyez realistes, demandez l’impossible

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Bienal de la Habana

Fotografía cedida por XIII Bienal de La Habana (2019)

La construcción de lo posible, decimotercera Bienal de La Habana, se ha enfrentado al paso del Huracán Irma, la posposición de un año del evento, una contra-bienal (#00Bienal), el cambio de la plataforma conceptual (en un primer momento Confluencias, redes y transversalidades) y un tornado. A estos factores circunstanciales se han sumado aquellas constantes con las cuales la Bienal se enfrenta desde su primera edición: dificultades financieras, la escasez de recursos y una burocracia no sencilla. Estas coyunturas han llevado al equipo curatorial a reformular la nómina de los artistas, a re-articular los espacios de exhibición y a buscar nuevas áreas capaces de brindar los contextos apropiados a los proyectos y nuevas propuestas. Es una edición en la cual el equipo curatorial ha hecho y rehecho todo, ha cortado, descartado, añadido y vuelto a elaborar en tiempo record. Se sigue apostando por una bienal como laboratorio vivo, un lugar que favorezca el acercamiento entre públicos, localidades y niveles de experiencias. Se baraja, junto a la idea de responder al presente, “posibles nociones de futuro que, al menos en el nivel poético o simbólico, se correspondan con algunas necesidades de transformación social”.

El espectador de La construcción de lo posible se enfrenta a un evento cuya magnitud a nivel habanero es inferior respecto a las ediciones anteriores, pero que incorpora proyectos surgidos en otras ciudades del país (Farmacia en Pinar del Río, Río Intermitentes en Matanzas y Mar Adentro en Cienfuegos), así como el Festival Internacional de Video de Camagüey.

En el Museo Nacional de Bellas Artes (edificio Arte Cubano) La posibilidad infinita. Pensar la nación, marco-titulo bajo el cual se engloban cinco grandes proyectos expositivos (Nada personal, Más allá de la utopía, Las relecturas de la historia, Isla de azúcar, El Espejo de los enigmas. Apuntes sobre la cubanidad y Museos interiores), propone un relato de nación que se construye a través de superposiciones culturales y del diálogo de obras que se han generado en diferentes momentos históricos. Destaca Isla de azúcar que, con su “olor violento de azúcar en el aire” (Agustín Acosta, Zafra, 1926), extiende su mirada sobre las curvas de surgimiento, esplendor, decadencia o estancamiento del monocultivo ancestral de la Isla antillana. Los grabados, las fotografías, las obras literarias, la cartelística, junto al habla popular, pretenden contar la historia de una industria para interpretar la historia de un país.…

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