Vigilar y castigar, 1975.
Michel Foucault
Este texto de Michel Foucault (Poitiers, 1926- París, 1984) forma parte de una extensa secuencia de trabajos que centran su atención en la crítica de la “verdad” como cimiento de la construcción del mundo contemporáneo. Para Foucault, el conocimiento no es en modo alguno el fin inocuo que caracteriza nuestra época. Al contrario: el saber se despliega en la contemporaneidad como un campo de batalla en cuyo estudio reside la clave para desvelar las “estrategias de poder” subyacentes, en perpetuo conflicto por la hegemonía discursiva. Un largo periplo intelectual que revela las sujeciones que el poder establece, a través de las más variadas herramientas, sobre el individuo. Así pues, Vigilar y castigar (1975) debe ser analizada en su conjunto y en relación íntima con otras obras como Historia de la locura en la época clásica (1961), El nacimiento de la clínica (1963) o La voluntad de saber (1976, primer volumen de Historia de la sexualidad). Y por supuesto es necesario entender todo este compendio de estudios sobre conocimiento y normalización en relación a los cursos impartidos en el Collège de France entre 1971 y su muerte, publicados dentro de compilaciones cuyos (casi siempre) elocuentes nombres hacen mención a la “microfísica del poder”, al “nacimiento de la biopolítica” o a “defender la sociedad”. Vigilar… es un eslabón, un elemento importante dentro de un ambicioso proyecto intelectual.
Forma parte de una extensa secuencia de trabajos que centran su atención en la crítica de la “verdad”
El término “biopolítica” (que cumple este año un siglo de existencia) ha sido amplísimamente manejado dentro del ámbito de los Estudios Culturales, y resulta capital para entender la propuesta foucaultiana. Para el francés, esta inmersión del cuerpo y la vida humana en el campo político se manifiesta a través de una serie de estrategias de poder que lo someten y lo vuelven, a un mismo tiempo, dócil y productivo. Dichas estrategias-tecnologías se ponen de relieve al analizar cómo el poder se microniza, volviéndose casi imperceptible. Éste, al adoptar una miríada de facetas y de estrategias, solo puede ser estudiado a través de un cambio de escala: así nace la “microfísica del poder” como herramienta útil para su estudio. ¿Dónde se manifiestan estos “micropoderes” constitutivos de la biopolítica? Precisamente, en aquellas instituciones encargadas de convertir los cuerpos en objetos del saber científico: la escuela, la fábrica, el cuartel, el hospital y por supuesto, la prisión.…
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