O CÓMO CONECTAR LA JOTA DE LA PRADERA, LAS PELICULAS PSYCHO O Y YO SIGO AQUÍ DE PAULINA RUBIO
Echando la vista atrás, el comienzo de siglo ha popularizado conceptos precedidos por el prefijo post- (postinternet, postcine, posthumor, postarte…) para referirse a la metareflexión de ciertos campos en revisión y, también, desde hace unos años ha vuelto a tomar fuerza el adjetivo nuevo (más modesto y menos transgresor) en ciertos sectores especializados: nuevos materialismos, nueva sinceridad, nuevas economías y también, las nuevas dramaturgias. Si bien, esta necesidad por denominar los movimientos de última generación es intrínseca al devenir de las manifestaciones humanas, lo sintomático es el cambio de paradigma que vislumbran y la voluntad de vigencia en los ámbitos donde se producen.
Dentro de la amplia categoría de “nuevas dramaturgias”, donde se recogen aquellos trabajos diferenciados de las definiciones cerradas de danza, dramaturgia o interpretación, se encontraría la evolución y desarrollo del “teatro postdramático”, nacido a mediados del siglo pasado y que Óscar Cornago define “como un tipo de práctica escénica cuyo resultado y proceso de construcción ya no está ni previsto ni contenido en el texto dramático”. Esto permite a los creadores transitar la frontera entre la escena y todo lo demás, dejando de lado entidades como personajes, canevás o “cuartas paredes” para reconocer la agencia de los cuerpos y sus posibilidades de crear contextos.
Transitar la frontera entre la escena y todo lo demás
Lo nuevo, lo post… al margen de sus denotaciones, sugieren transformaciones en los resultados que responden a procesos creativos e intelectuales propios de un marco espacio-temporal con unas características compartidas (por distantes que sean los resultados). Responder a preguntas con más preguntas, la relación de igualdad entre actantes humanos y no-humanos, o el uso de productos culturales como herramientas de reflexión en sí mismas, son algunas de las características que comparten Lara Brown (Burgos, 1986) Julian Pacomio (Mérida, 1986) y Anto Rodríguez (Mieres, 1986); creadores de una misma generación cuyos caminos se han cruzado en el circuito de las artes escénicas de Madrid. Los trabajos de cada uno de ellos son como besos que regalan a los espectadores pero, dice Anto Rodríguez, ¿qué tipo de besos?
Bailar o lo salvaje
Lara Brown se pregunta por el funcionamiento del cuerpo más allá de su construcción como sujeto, y encuentra respuestas mediante el movimiento de su propio cuerpo.…
Este artículo es para suscriptores de EXPRESS
Suscríbete