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Un refugio breve donde la música baila

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Matorral. UP 2023, Carolina Sisabel, Adriana Reyes y Manuela Pedrón Nicolau. Fotografía: Sue Ponce. Cortesía del Museo CA2M

Algunos deseos para la mediación cultural

Este texto lo escribo mientras leo Chamanes eléctricos en la fiesta del sol de Mónica Ojeda [Random House, Barcelona, 2024]. Había casi renunciado a sacarlo adelante porque no conseguía darle forma pero mientras leía el tercer capítulo de la novela, un domingo tumbada junto al río de la Aceña en la sierra madrileña, tomé los primeros apuntes. Esa noche mirando una serie, que nada que ver, me acordé de nuevo del libro y anoté algunas ideas más —de hecho muchas de estas frases las escribo en la pantalla del móvil, recostada en el sofá mientras la trama sigue su curso—. Últimamente digo a menudo que leer filosofía —aunque cada vez más pienso que leer en general, casi que relacionarse con productos de otras en general— es como echarse el I Ching o el Tarot. No va de entender lo que alguien escribió, no es una transmisión de conocimiento. Leer tiene una lógica oracular. Los libros te hablan de lo que tú estás pensando, te ayudan a profundizar en eso que te preocupa. A mí Chamanes eléctricos en la fiesta del sol, que es narrativa, no filosofía, me habla de mediación, al menos de la mediación que me interesa, la que imagina y experimenta con formas de relacionarse, la que pone el foco en las condiciones materiales de las prácticas artísticas y en las repercusiones sociales que completan cada obra, las que trabajan en la colectividad de la cultura y en ejercitar la percepción más allá de los límites del conocimiento moderno-colonial. Pero vamos poco a poco con todo esto.

Hace justo un año por estas fechas estaba en Berlín, en la previa a una presentación de Eli Cortiñas en SAVVY. Eli trajo una parte de su biblioteca. Cada libro tenía uno o varios marcadores de colores que señalaban fragmentos del texto y nos propuso leerlos en grupo. Fue precioso. A cada una de las participantes esas palabras nos llevaban a un lugar y al mismo tiempo estábamos en un presente común muy potente. Fue una lectura colectiva oracular. Desde entonces planteo esta práctica a menudo. Ya era fan de leer en grupo, pero esa cosa fragmentaria que me trajo la propuesta de Eli me ha permitido llevarlo a otro lugar. Aquel día ella tenía un orden marcado. A mí me gusta no preestablecer un orden y que los textos se vayan enlazando por casualidad, en el azar del momento, guiados por intuiciones, por cuáles atraen a unas y a otras, por quién se atreve antes a coger un libro y empezar a leer.…

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