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Susan Philipsz

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Susan Philipsz. ©2023 Art21

El arte sonoro le hace al oyente no solo oír, sino también tocar la obra, descubrir sus sonidos por sí mismo.

(Entre el arte sonoro y el arte de la escucha. Arte y políticas de identidad, Vol. 7, 2012)

En las dos últimas décadas el arte sonoro ha conocido un fuerte desarrollo gracias al trabajo de nuevas generaciones de artistas que han visto en el sonido una herramienta fundamental de expresión artística. Este campo –cuya delimitación teórica todavía hoy resulta polémica– incorpora el elemento tecnológico con frecuencia y engloba prácticas híbridas que van de la escultura sonora a las obras intermedias.

Junto con Janet Cardiff y Christian Marclay, Susan Philipsz (Glasgow, Reino Unido, 1965) es una de las grandes representantes del arte sonoro actual, habiendo expuesto, en su extensa trayectoria, en algunos de los museos más importantes del mundo, como la Tate Britain en Londres, el Museo Solomon R. Guggenheim o el MoMa. También ha participado en bienales y otros eventos internacionales que le han abierto las puertas del éxito y la han encumbrado como artista imprescindible dentro del arte contemporáneo.

Su obra, protagonizada en muchos casos por su propia voz, establece continuas relaciones con el espacio que la rodea, y apela a las emociones del espectador a través del poder evocador de la música. Las referencias a la performance y al rock alternativo de grupos como Radiohead, así como su deuda con la escultura, marcan todo su trabajo hasta la actualidad. Philipsz altera, a fin de cuentas, la percepción convencional de lo visual para crear ambientes artificiales que escarban en nuestra alma para llevarnos a la introspección y a la quietud. A la vivencia romántica de la ausencia y de la pérdida.

Su obra, protagonizada en muchos casos por su propia voz, establece continuas relaciones con el espacio que la rodea

©Susan Philipsz

Con una voz no muy educada y esa pátina melancólica que la envuelve, la artista también se interesa por las interacciones que se dan entre la obra sonora –física o cantada– y el entorno urbano, sacándola del contexto del museo. Estos site-specifics buscan la reacción del viandante que, extrañado, recibe el sonido producido por algo que no es capaz de identificar.

Otros artistas que trabajan con el sonido comparten, junto con Susan, ese interés por la capacidad reveladora de la memoria y la percepción en el momento de enfrentarse con la obra. Tal es el caso de la canadiense Angela Bulloch, que en sus instalaciones reflexiona sobre las relaciones habidas entre las matemáticas y la estética.…

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