anterior

Sangre, huesos y tejidos. Acercamientos a la enfermedad desde el arte contemporáneo

siguiente

Mark Morrisroe, Untitled, 1988.

Vivimos tiempos pandémicos en los que la enfermedad más que nunca y de una manera inevitable está presente en nuestras vidas. La conciencia de nuestra fragilidad y fugacidad se pone de relieve a diario, y la incidencia que las diferentes situaciones clínicas pueden tener en nuestros cuerpos se materializa de una forma, en ocasiones, brutal.

El arte ha reflexionado ampliamente sobre este hecho desde prácticamente sus orígenes. Diferentes padecimientos han sido documentados plásticamente desde la Antigüedad. A través de la representación de la enfermedad se han ido construyendo distintos modelos iconográficos que se han acabado convirtiendo en, o que reflejaban, modelos morales. Desde el tema clásico del leproso, pasando por la representación recurrente de la locura y la melancolía, la tuberculosis o la sífilis. La construcción de las imágenes de la enfermedad ha sido un proceso que se ha llevado a cabo a lo largo de la historia y que ha sido utilizado en diferentes culturas, sociedades y momentos para, citando a Sander L. Gilman “crear y limitar la idea de enfermedad, de aislarla y controlarla así como para dar forma a la respuesta social a individuos que padecen estas enfermedades”.

La manera en la que se representa la enfermedad desde el arte empezará a cambiar en las dos últimas décadas del siglo XX

La manera en la que se representa la enfermedad desde el arte empezará a cambiar en las dos últimas décadas del siglo XX. Estos años traerán consigo propuestas dadas por diferentes artistas que desde su subjetividad desafiarán los conceptos normativos del cuerpo, de la salud, de la sexualidad, de la belleza, del sistema médico y farmacológico e incluso de la muerte, construyendo un nuevo relato de la enfermedad y del cuerpo enfermo.

En este texto analizaremos cuatro propuestas de cuatro artistas que se han servido del lenguaje del arte para expresarse como sujetos que viven con una enfermedad y para generar a través de su propia experiencia una narrativa alternativa a la que se desprendía de los medios tradicionales y del relato mayoritario.

La condición compartida

La subjetividad es un valor intrínseco al arte. Recurrimos a él para estimular la comprensión sobre una realidad que nos puede resultar ajena lográndose así, en palabras de Douglas Crimp, “el traspaso de una situación individual a una condición compartida”. El arte ha sido utilizado por los artistas que veremos a continuación como una herramienta para hacer frente al silencio y a la ocultación de los cuerpos enfermos.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete