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Recovecos de Art Basel 2018

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Isabel Lewis. Performance en Messeplatz, Basilea, 2018.

Art Basel tiene lugar en Basilea, Suiza, una vez al año desde 1970. Aunque uno nunca haya asistido, ya sabe que va a encontrarse con el mayor y más potente escenario de congregación para galeristas, coleccionistas, comisarios, y gente del llamado “mundo del arte”. Coleccionistas por todas partes, fiestas. Este año, según comunica la propia feria, más de 95.000 personas han atendido y se han batido récords en ventas de obras de arte desde las primeras horas de la inauguración VIP. Sería desolador y poco útil seguir este artículo con una reflexión sobre el imperio de la cultura del espectáculo o citando, por ejemplo, a Baudrillard. O desarrollar la idea realista y gris –como hace Chris Krauss en Inedible video– de un progresivo reemplazo del arte por parte del mercado que lo devora. Si uno nunca ha estado en Art Basel y toma como referencia otras ferias como Frieze Londres o Arco en Madrid, puede más (y/o menos) predecir este paisaje alisado y pétreo. Sin embargo, una mirada de alerta es capaz de encontrar también perlas escondidas. Brillando tímidamente, ajenas a los usos, deslizándose bajo y entre las estructuras.

Para dar una visión panorámica, la llamada “madre de todas las ferias” parece, en esta ocasión, no haber dejado a nadie sediento. Como cada año, las mejores galerías y los más cotizados artistas se encuentran en el pabellón central. Espectaculares instalaciones y los fondos más instagrammeables en la sección Art Unlimited. Toque de bienal y fuerza responsiva y sutil en Art Parcours, que se expande e instala por todo el casco histórico de Basilea. Pero aún hay más: Design Miami y ferias satélite como Liste y Volta, e instituciones como Kunsthalle (exponiendo de manera permanente a Joseph Beuys y temporalmente una muestra de Hito Steyerl y Martha Rosler) o la Fundación Beyeler (museo-santuario diseñado por Renzo Piano con una exposición de Francis Bacon y Alberto Giacometti) son sólo algunas de las opciones que plagan de cultura la ciudad. Hay tanto por ver que Art Basel se convierte en una auténtica Yincana en la que falta tiempo para coger aire mientras se marcan los tics. Así pues, lejos de proceder a una crítica hacia el mercado del arte y la feria como empresa, quizá sea más fructífero, como ejercicio, poner el ojo en los destellos de esta 49 edición de Art Basel. En los momentos en los que la propia feria, con su comité de selección y permitiendo estrategias de des-localización, compensa y suple la llana sucesión de piezas para proponer la creación de discurso, los momentos de pausa y búsqueda, de producción de sentido y exploración de formatos.…

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