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Para un (buen) uso de la insurrección

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Gilles Caron, Manifestations anticatholiques à Londonderry, 1969. © Fondation Gilles Caron

En estos tiempos en que la avalancha de injusticias sociales y de atropello a los derechos humanos que invade nuestra actualidad ha convertido los informativos en una interminable crónica de “sucesos”, la frecuencia con que éstos se producen amenaza con neutralizar su violencia, anestesiándonos y anulando nuestra capacidad de respuesta. Vivimos en tiempos sombríos, como decía Bertolt Brecht desde el exilio. La espera es larga e intentamos hacerlos soportables, con tan mala suerte que acabamos por acostumbrarnos a ellos rápidamente. Diríase que nada podemos hacer para parar el curso de la historia, tan pequeño e impotente es el ciudadano de a pie; que no podemos mas que permanecer mudos, inmóviles y sumisos, mientras vemos pasar la Historia como si estuviéramos ante una pantalla de cine. ¿De qué sirve entonces intentar rescatar los restos de humanidad? ¿Acaso queda algo de ella? Afortunadamente hay quienes no se dan por vencidos. Y ahí está el arte para recordárnoslo, como un último vestigio de esperanza y de resistencia.

Todo comienza con un gesto. El que se alza para desprenderse de una carga tan pesada que impide el movimiento; el que se rebela contra el sentimiento de pérdida y de melancolía provocado por un duelo; el que derriba los muros construidos para separar y enfrentar a los pueblos; o el que levanta el brazo como símbolo de triunfo, como un último movimiento de liberación del cuerpo. Porque la opresión ejerce una fuerza que se impone rotundamente –de manera material, física–, el anhelo de sublevarse contra ella requiere necesariamente poner en movimiento y dar forma a esos deseos –de carácter emocional, intangible–, para hacer posible su objetivo.

Esta es la tesis que defiende el filósofo e historiador del arte Georges Didi-Huberman, quien tras cinco años de investigaciones se encarga ahora del comisariado de Soulèvements (“insurrecciones” o “levantamientos”, podríamos decir en español), una exposición sobre la representación de los pueblos en lucha que se propone ser un atlas de las insumisiones a través de la historia y en todos los rincones del mundo, y que hasta el 15 de enero puede verse en el Jeu de Paume de París. En febrero viajará al MNAC de Barcelona y más tarde a Buenos Aires (Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero), México (Museo Universitario Arte Contemporáneo) y Montreal (Galerie de l´UQAM et la Cinémathèque Québécoise), variando ligeramente en el contenido según el contexto.…

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