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Pánico escénico, o de cómo la exposición actúa como dispositivo silenciador (y revelador al mismo tiempo)

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Allora & Calzadilla

Allora & Calzadilla
Fundació Antoni Tàpies (Barcelona), hasta el 20 de mayo de 2018.
Comisario: Sara Nadal-Melsió y Carles Guerra

El pánico al vacío, al espacio en blanco, es coetáneo a nosotros. Y lo es desde que tenemos uso de razón. Vacío significaba entonces temor, incluso miedo; porque en él a menudo se produce un silencio espectral que paraliza. Sin embargo, como ya hicieron notar algunos artistas de las vanguardias, vacío también podía tener una connotación reivindicativa; vacío como acción política. Hay varias situaciones que producen ese estado de parálisis, desde lo más personal hasta algo compartido otros humanos. Y de igual modo existen también varias formas de enfrentarse a él.

En el caso del colectivo artístico Allora & Calzadilla (Jennifer Allora, Estados Unidos, 1974 y Guillermo Calzadilla, Cuba, 1971), esa reacción ha adoptado recientemente la forma de protesta auditiva y vacío visual, de subordinación de lo visual a lo auditivo. Así lo han querido manifestar en la muestra que la Fundació Antoni Tàpies le dedica hasta el próximo 20 de mayo.

En el caso de la exposición en cuestión esa pasividad es solo eso, apariencia, engaño. Para empezar, la falta de itinerario nos declara una falta y a la vez una completa declaración de intenciones. Háztelo tú solo

Uno siempre entra a una exposición con ciertas expectativas, ya sean positivas o no. La culpa de esto la tiene parte de la tradición, que nos ha enseñado que el arte siempre debe provocar algo, agitarnos hacia un lado u otro, pero pocas veces ha reconocido que en ocasiones su actitud es aparentemente pasiva, pidiendo un mayor esfuerzo por parte del espectador. Y digo esto porque en el caso de la exposición en cuestión esa pasividad es solo eso, apariencia, engaño. Para empezar, la falta de itinerario nos declara una falta y a la vez una completa declaración de intenciones. Háztelo tú solo. Bien.

Empiécese por el piano, por ejemplo. Por la inmensidad de un piano de cola en medio de una imponente sala de museo. Un piano que en el centro tiene un agujero en busca de una intervención, de performatividad. En ese instante empieza a oírse un hilo musical que acompaña a lo largo y ancho de la sala hasta la contigua, donde se puede ver un hilo colgando con un mineral en uno de los extremos. Un cierto efecto óptico hace dudar al espectador de si se encuentra o no ante un vidrio que no puede traspasar, detalle que corrobora la sutileza y habilidad con que ambos artistas han trazado su discurso visual.…

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