Que la forma de mirar y conocer el mundo ha cambiado profundamente es algo que se ha repetido como un mantra estos últimos años (uno que, de hecho, empieza a agotarse), pero que muy pocas veces se ha constatado como tal. Se ha hablado de la aceleración del tiempo, del consumo desproporcionado de las imágenes, y de las redes sociales, entre otros lugares comunes. Hay estudios sobre los males del trabajo virtual, los filtros de las imágenes, y la aparente facilidad de hacer una fotografía, en cambio, son pocos los horizontes alternativos que se han ofrecido, es decir, el problema está, ¿pero dónde está su evasión?
Mientras llega alguna idea, otro de los pilares de este debate ha sido la pérdida de las tradiciones, globalización y densidad urbana mediante. Sin embargo, esta situación podría ser solo una verdad a medias. Hace dos años, dentro del marco de PhotoEspaña, se presentó la exposición Players. Los fotógrafos de Magnum entran al juego, comisariada por Martin Parr y Cristina de Middel en la Fundación Telefónica, en cuyo texto curatorial situado al inicio se podía leer: “[…] Esta exposición pretende, sin embargo, relajar las expectativas que se proyectan sobre la agencia para mostrar su versión más desenfadada, en la intimidad, disfrutando sin la obligación de tener que grabar en piedra verdades universales con cada disparo”.
Un “nuevo documentalismo” más preocupado por trascender el momento
De hecho, un año antes, en abril de 2017, la agencia Magnum había cumplido 70 años, en los cuales se ha podido ver la evolución desde un fotorreportaje y/o documentalismo antropológico, que “captura el momento” (o “instante decisivo”) de un modo “objetivo”, a un “nuevo documentalismo” más preocupado por trascender el momento buscando la “duración” con el entorno y las personas, muchas veces desde una perspectiva “subjetiva” intencionada. Para Martin Parr, cuya incorporación como miembro de pleno derecho en 1994 supuso un cambio de orientación claro, el problema radica en “despojar a la fotografía del efecto romántico”, como le dijo a Quentin Bajac: “No tiene sentido fotografiar solo los aspectos más románticos y nostálgicos del mundo. A los fotógrafos les encanta fotografiar las cosas que están por desaparecer”.
La incorporación de la fotógrafa gallega Lúa Ribeira como asociada de Magnum desde junio de este año, la tercera española tras Cristina García Rodero y Cristina de Middel, confirma la modernización de la agencia, especialmente en torno a dos ejes: la amplitud en la variedad de temas, y la investigación en sus causas y consecuencias.…
Este artículo es para suscriptores de EXPRESS
Suscríbete