Una teoría crítica del arte debería empezar por cuestionarse desde qué método enuncia sus interpretaciones. Y es que, dependiendo de las variables que ponga en juego, el método articulará una determinada visión del mundo, además de un sistema de clasificaciones y categorías para pensarlo. Por ejemplo, la imagen del mundo que dibuja el historicismo es la de una geografía atravesada por un tiempo cronológico y una evolución de la historia positivista. Estas variables espacio-temporales determinan que aspectos como la fecha de realización, el estilo, la influencia o la vida del autor sean claves a la hora de interpretar una obra. Por eso, para pensar el arte de otra manera, son necesarios nuevos tableros que pongan en juego otras variables.
Esta es la idea que entrelíneas recorre La originalidad de la vanguardia y otros mitos modernos, una recopilación de textos de Rossalind Krauss, publicados en su mayoría en la revista October -de la que es editora- entre 1973 y 1983. Frente al sistema de interpretación del arte moderno que Clement Greenberg estableciera en Arts and Culture a principios de los sesenta, Krauss recurre a nuevos modos de teoría crítica derivados del estructuralismo y el postestructuralismo, aplicándolos a la obra de arte entendida ahora como texto. Estos métodos llevan implícita una crítica al historicismo y anteponen el método a la valoración del arte en términos de gusto o calidad (arte bueno o arte malo), permitiéndole así desmontar algunos mitos del arte moderno.
Esta es la idea que entrelíneas recorre La originalidad de la vanguardia y otros mitos modernos, una recopilación de textos de Rossalind Krauss
En este sentido, Krauss propone la ruptura con lo que ella misma denomina la historia del nombre propio. El caso paradigmático sería aquí el de Picasso, genio incuestionable para la crítica y figura sacralizada del siglo XX, un hecho al que la autora apunta en el incisivo título del capítulo que le dedica al denominarlo En el nombre de Picasso. Un nombre propio cargado de tal capital simbólico que, como si de una etiqueta se tratara, denota al objeto artístico, condicionando su interpretación última. Lo que resulta paradójico es que sean precisamente los collages de Picasso los que, según Krauss, a través de esa superposición de capas heterogéneas, no representan ninguna realidad externa, sino que se erigen como realidad en sí misma ausente de referente.
Volviendo al historicismo -si es que alguna vez nos habíamos alejado de él-, es en el capítulo de La escultura en el campo expandido, donde se propone de forma más explícita su ruptura.…
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