anterior

La luminosidad de una habitación cerrada

siguiente
Giasco Bertoli, Enrique Vila-Matas y Dominique Gonzalez-Foerster

Radicalement pas original (Bastian Schneider)

Conferencia de Enrique Vila-Matas en el Collège de France el 24 de marzo de 2017, con la participación de Dominique Gonzalez-Foerster.

Encuentro en un ejemplar de la edición mexicana (a cargo de editorial Almadía y la UNAM) de Marienbad eléctrico, de Enrique Vila-Matas, una frase que un buen crítico literario y minucioso observador vilamatiano ha subrayado contundentemente: “Una habitación cerrada es posiblemente, como dice un amigo, el precio que hay que pagar para llegar a ver la luminosidad. Y ha sido mi lugar preferido para encontrar mi vida dentro de los textos que leía”. La negación de lo inmediato y de lo aparente ha sido siempre uno de los fundamentos de la obra de Vila-Matas, pero cuando acaba de publicar Mac y su contratiempo y de dar una de Les grands conférences del Collège de France –el primer español en ser invitado, por cierto– ya se encuentra instalado plenamente en “el negativo de la imagen”, como se afirmaba en el texto que él mismo leyó en París la tarde del 24 de marzo. El título escogido fue Radicalement pas original (Bastian Schneider).

La intervención de Vila-Matas –y su versión francesa a cargo de André Gabastou proyectada en una pantalla– permitía hacerse una idea aproximada de lo que es ese espacio construido por la voz al que se ha referido en diferentes ocasiones Lúa Coderch

Desde su asentamiento en la parte oscura, Enrique Vila-Matas se transformó en el ayudante de escritor Bastian Schneider, de la misma manera que Dominique Gonzalez-Foerster fue Franz Kafka en los momentos preliminares de la charla, mientras observaba, desde la altura de un palco, cómo los asistentes se preparaban para la presentación en sociedad y las confesiones de Schneider. El falso conferenciante hablaba desde un “hogar familiar colgado en el abismo”: el interior de esa casa a punto de descender por un precipicio que Charles Chaplin mostró en La quimera del oro y cuya imagen se proyectó durante la intervención. La narración se sitúa temporalmente en un momento extremo para recapitular y reunir las frases con que se construye la propia historia o el hilo de la identidad. La intervención de Vila-Matas –y su versión francesa a cargo de André Gabastou proyectada en una pantalla– permitía hacerse una idea aproximada de lo que es ese espacio construido por la voz al que se ha referido en diferentes ocasiones Lúa Coderch. Con su confesión, Schneider quiso poblar el interior de la casa para observar si de esa manera acabará de inclinarse hacia el suelo firme o, por el contrario, hacia el abismo.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete