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La crítica de arte y la experiencia de la novela

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Christian Marclay, Fotogramas de The Clock, 2010.

En 10:04, la segunda novela del norteamericano Ben Lerner, el protagonista visita una sala de exposiciones en la que se proyecta The Clock, la célebre obra de Christian Marclay en la que cada minuto es marcado por un fragmento de película tomado de la historia del cine en el que un reloj o una línea de diálogo indica la hora en tiempo real. En un momento determinado, el personaje, en un gesto inconsciente, mira la hora en su teléfono móvil y llega a la conclusión de que, aunque en la pantalla de la sala las imágenes marquen el tiempo real, ese tiempo no llega a coincidir del todo con el tiempo que indica su móvil; cada hora pertenece a un mundo diferente. El escritor, cuya vida ha comenzado a perder consistencia temporal –pasado, presente y futuro se le mezclan y no siempre es capaz de distinguir entre realidad y ficción– se pregunta en ese momento sobre los límites de la ficción. Y a pesar de haber leído en algún lugar que The Clock pretende “borrar la distancia entre el arte y la vida, la fantasía y la realidad”, toma consciencia de que las fronteras entre realidad y ficción siguen existiendo: siempre hay una brecha, una pequeña distancia imposible de solventar, entre lo que vemos o leemos y lo que vivimos. El tiempo real y el tiempo de ficción se entrecruzan de modos extraños, pero la frontera no desaparece del todo.

Tras el visionado de The Clock el protagonista –también el autor– decide volver a escribir ficción. La obra, por un lado, lo vuelve consciente de las conexiones entre realidad y ficción –algo que utiliza como escritor–, y por otro, alude a su existencia temporal y al modo en que siente que su tiempo se desvanece y todo se disipa. En cierta manera, la obra de arte funciona como desencadenante de la estructura de la novela.

10:04 está repleta de referencias al arte contemporáneo, a los ready-made alterados, al “instituto de arte siniestrado”…, unas referencias que, lejos de ser anecdóticas, muestran los conflictos del personaje. No se trata de un mero attrezzo o un paisaje de fondo; el arte ocupa un rol determinante tanto en la forma como en el contenido de la narración. El arte no aparece como un elemento encerrado en el museo o la galería para satisfacer la curiosidad cultural, sino que acontece en la vida de los personajes y afecta a su realidad.…

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