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Fragmentos de un paseo artístico

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Bernardo Oyarzún, Pabellón de Chile

En los días previos a la inauguración de la 57ª Bienal de Venecia se pudieron leer varias entrevistas en la prensa española a la comisaria del magno evento, Christine Macel (París, 1969), y conservadora del Centro Pompidou con la noble misión de “localizar a los talentos del futuro” (Diario El País, 04 de Mayo de 2017). En la misma entrevista podemos comprobar que Macel “presume” de que en esta edición no hay “discurso alguno por parte del comisario”, dado que todo el protagonismo lo desea ceder a los artistas, “pues no deseaba que mi discurso dominara sobre el suyo”. O lo que parece ser que es lo mismo: “Mi discurso es un no-discurso”. Lo cierto es que la información periodística está trufada de banalidades y lugares comunes: “El arte no es capaz de cambiar el mundo, pero puede reinventarlo”, “el criterio para hablar de un artista no debería ser solo su éxito o su valor mercantil”, “los medios suelen prestar atención a los nombres más célebres, pero existe una gran mayoría de artistas que, siendo igual de interesantes, no tienen la misma visibilidad”, y así, en esta modalidad, toda la entrevista. Quizá no deberíamos extrañarnos tanto, pues la misma persona que hace estas declaraciones es la que decide que el título de la Bienal sea, supongo que en un claro homenaje a la comedia cinematográfica italiana de los años sesenta o al ya muy pasadito Festival de la Canción de San Remo, como Viva Arte Viva.

¿El arte contemporáneo puede liberar al ser humano por medio de una estrategia de buenrollismo, mejores intenciones, “radicalidades comprensibles”, denuncias piadosas y elementos estructuradores de un sentido dulce, comprometido y generoso de la existencia? Según la comisaria de la Bienal pues como que sí. Para demostrarlo ha creado nueve Pabellones Transnacionales con el ánimo de rebasar o superar el ya ridículo pabellón nacional y estatal, algo incomprensible cuando no hay estado o aspirante a serlo que no desembolse una cantidad nunca inferior a 100.000 euros para tener su propio pabellón nacional en la cita veneciana. Pues bien, en dichos “pabellones transnacionales” la comisaria ha seleccionado 120 artistas agrupados en cada uno de los nueve apartados que ha configurado: el de los libros, el de los chamanes, el de los colores, el de las tradiciones, el de los artistas (¿?), el del tiempo y el del infinito y el de los dolores y los gozos.…

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