anterior

Fotografía y representación vegetal

siguiente

Primer plano de una mano masculina con una flor

En 1737 Carl Linnaeus, botánico precursor del reconocimiento taxonómico moderno, visita la colección de plantas de George Clifford. Junto al noble coleccionista, el botánico se refirió a la colección de Clifford como “grandes obras de la naturaleza colocadas con arte”1John Hix, The Glass House, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1974, p. 30.. La mezcla entre la idea del orden y el gusto, el concepto de obra de arte y la práctica del coleccionismo se fundían en esa frase tan sumamente banal pero cargada de política.

La arquitectura del jardín de Clifford escondía detrás de su impacto estético una necesidad por estructurar el mundo, contenerlo y representarlo. Para un científico como Linnaeus, ponerse frente a esas grandes colecciones suponía una oportunidad de estudiar la naturaleza a partir de su mirada. La cuestión tal vez sea que, como dice Santiago Beruete, “mirar produce de forma casi inevitable una narrativa. Tal vez porque los seres humanos somos capaces de soportar muy poco la realidad, construimos ficciones”2Extracto de EXIT #71 – Jardín, Madrid, 2018, p. 1a. Texto procedente de Santiago Beruete,Verdografía o cómo la naturaleza nos enseña a ser humanos, Editorial Turner, Londres, 2018. Traducción de Caroline Svensen., y esas ficciones serán las que entendiéndose como cultura, produzcan los significantes necesarios para aprehender el mundo.

La arquitectura del jardín de Clifford escondía detrás de su impacto estético una necesidad por estructurar el mundo

El estudio de las flores ha sido una constante dentro de la historia del arte occidental. Los dibujos de Jacopo Ligozzi a mitad del siglo XVI o las pinturas de Girolamo Pini en el siglo XVII muestran cómo el arte se acercaba a la objetivación de la naturaleza a través de la construcción de una imagen estática. Las pinturas de ambos artistas construían un significante que ayudaba a taxonomizar la organicidad del mundo.

Ligozzi fue el pintor de Francisco I de Médicis después de la muerte de Vasari; entre sus encargos despuntarán las ilustraciones sobre animales y plantas. Girolamo Pini, su sucesor, seguirá la práctica de representación naturalista de Ligozzi, transformando las ilustraciones del maestro en pinturas florales. Ambos utilizaban la imagen para producir un documento que clasificase, y legitimase, una forma junto a un nombre. El estudio de la nomenclatura de las formas naturales, la botánica o la geología, constituye un archivo de conocimiento que se verá reforzado al ser ilustrado por el arte.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete